Espacios LGBTIQ+ en Nicaragua han sido duramente luchados
Las personas de la diversidad sexual no pudieron organizarse abiertamente hasta la despenalización de la homosexualidad en 2008.
Las personas de la diversidad sexual no pudieron organizarse abiertamente hasta la despenalización de la homosexualidad en 2008.
Hasta hace quince años hablar del orgullo, nombrarse de la diversidad sexual o crear espacios colectivos para que las personas LGBTIQ+ se reunieran y reivindicaran sus derechos, eran ideas muy lejanas en Nicaragua.
Desde 1992 hasta el 2008, Nicaragua era uno de los pocos países de Centroamérica que criminalizaba las relaciones entre el mismo sexo, a través del artículo 204 del Código Penal que castigaba la “sodomia” con penas de hasta tres años de cárcel.
Entonces, las personas activistas LGBTIQ+ de ese momento tuvieron que refugiarse en organizaciones principalmente feministas para continuar con su trabajo y seguir en la defensa de sus derechos. También se unieron a otras organizaciones de salud o ambientalistas, indica “Adriano”, defensor de los derechos de las personas LGBTIQ+.
“Cuando se estableció la reforma del artículo 204 era muy difícil que pudiéramos organizarnos y demandar el reconocimiento social y jurídico de nuestros derechos. Muchas de las personas y del activismo que ya existía desde mucho antes, nos refugiamos en diferentes espacios, sobre todo en organizaciones de mujeres y feministas, incluso organizaciones ambientalistas como fue mi caso”, cuenta el defensor.
No fue hasta en el 2008 que las organizaciones, colectivos y demás espacios creados por la diversidad sexual surgieron, tras la derogación del artículo 204 que supuso el nuevo Código Penal. Todas las expresiones LGBTIQ+ organizadas son relativamente jóvenes, señala Adriano.
“La despenalización en el 2008 permitió la aparición de grupos LGBTIQ+. Pero al inicio se trabajó el tema de la diversidad desde la visión de la pandemia del VIH, y luego desde los derechos sexuales y reproductivos con las organizaciones de mujeres y feministas”, agrega.
Con los años, las organizaciones y colectivos se fueron organizando nacionalmente para visibilizar a la población LGBTIQ+, demandar derechos al Estado nicaragüense y realizar actividades conmemorativas en fechas especiales, como las marchas realizadas el 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+.
Mientras que los espacios de ocio y recreación para esta población también se abrieron poco a poco, y representaron la oportunidad de ser lugares seguros para las parejas y amistades LGBTIQ+, así como de ser espacios de convergencia para que más personas de la diversidad se podían reunir y conocer.
Aunque la criminalización y destierro que el régimen Ortega-Murillo ha mentido contra personas defensoras de derechos humanos y organizaciones de la sociedad civil desde 2018, ha hecho que las y los activistas de la diversidad sexual trabajen desde el anonimato, los grupos LGBTIQ+ continúan en Nicaragua trabajando contra la homofobia y discriminación.
“Las otras organizaciones seguimos de manera sigilosa. A mi modo de ver, no es que haya menos espacios para las personas LGBTIQ+, sino que el contexto sociopolítico, más la crisis económica, nos obliga a tener diferentes estrategias de visibilidad”, explica Adriano.
Haber creado espacios propiamente para los cuerpos disidentes fue fundamental para reivindicar la identidad LGBTIQ+, así como para demandar el reconocimiento social por la parte del respeto y la tolerancia, y el reconocimiento jurídico por la parte de los derechos, señala Adriano.
“Los espacios de articulación son importantes en tanto nos permiten fortalecer nuestra identidad desde la resiliencia, porque a parte de enfrentarnos a la homofobia, somos capaces de hacer cosas positivas, de aportar al país y de construir ciudadanía. Además, hace más potente nuestra voz y nos permite coordinar acciones para visibilizar y defender nuestros derechos”, expresa.
Por su parte, “Rodrigo”, activista LGBTIQ+, señala que la organización LGBTIQ+ ha sido fundamental para esta población, ya que Nicaragua es una sociedad conservadora, machista y homofóbica, y estos espacios han permitido la sensibilización sobre la discriminación, el debate sobre estos temas y que haya más tolerancia.
“En este poco tiempo nosotros y nosotras hemos avanzado para que la población sea más tolerante y estén más conscientes de nuestros derechos. También nos hemos abierto más en la agenda de los medios de comunicación, cosa que hace quince años hubiese sido imposible”, indica.
Aunque en Nicaragua no han habido mayores avances jurídicos para el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTIQ+ y la no discriminación en base a la orientación sexual e identidad de género, Rodrigo considera que la diversidad sexual ha sensibilizado a gran parte de la población nicaragüense.
Sin embargo, reconoce que esto no es suficiente sin una política de no discriminación desde el Estado, ya que mucha de la violencia contra estas personas viene desde las instituciones públicas.
La cancelación masiva de organizaciones civiles y la persecución contra cualquier organismo ha afectado grandemente a la población LGBTIQ+, y esta situación no está visibilizada, señala Adriano. Pues muchas de las organizaciones canceladas trabajaban en las ciudades y en las comunidades con los cuerpos disidentes.
“En nuestra organización desde marzo de 2019 no nos aceptaban los papeles en el Ministerio de Gobernación para seguir funcionando, y no fue hasta noviembre de ese año que se aprobó la Ley de Agentes Extranjeros”, expresa.
Muchos proyectos de salud, emprendimiento, educación y trabajo fueron cancelados para miles de personas LGBTIQ+, cuyos únicas oportunidades laborales se encontraban en estos espacios.
Eso también ha impactado a la articulación de esta población y de los otros espacios a los que podían asistir de manera segura.