Han pasado diez semanas desde que se reportó, el 18 de marzo de 2020, el primer caso de COVID-19 en Nicaragua. Países del mundo y, en el caso más cercano, de Centroamérica se han unido para controlar la pandemia. Sin embargo, en Nicaragua la dictadura orteguista insiste en mantener las actividades, no suspende clases, tampoco evita aglomeraciones en instituciones, pese a que el país ya alcanza más de 700 casos positivos y 35 muertes por coronavirus.
Dos países centroamericanos, Estados Unidos y España, han sido contundentes en denunciar la negligencia de la dictadura Ortega-Murillo, además de advertir que el país puede convertirse en un peligro para la región, pues es el único que no ha asumido medidas de prevención de contagio, aduciendo que se asemeja a un modelo sueco, país con el que tiene diferencias abismales.
España
Entre los grupos que han expresado su preocupación por el abordaje de la pandemia en Nicaragua se encuentra España, a través de un pronunciamiento de exjefes de Estado de España y las Américas (IDEA), donde se expresó «la preocupación y alarma por la ausencia de información transparente que afecta de modo particular a las poblaciones de Cuba, Nicaragua y Venezuela en la región, lo que incrementa aceleradamente en riesgo de pérdidas de vida, no solo de contaminación, como ya ocurre en casi todo el mundo».
La Embajada de España en Nicaragua emitió un comunicado en el que llamó a todos sus ciudadanos que se encuentran como turistas o residentes en este país a que retornaran a su nación lo más pronto posible para prevenir contagios de coronavirus y porque “las prestaciones sanitarias (…) podrían no ser asimilables a las de España”.
El Salvador
El segundo en pronunciarse en este sentido fue el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien apuntó, el 23 de marzo, que “en lo personal tengo un poco de miedo de lo que está pasando en México y Nicaragua, porque si bien es cierto los sistemas de otros países más precarios y el simple hecho de no tener medidas de distanciamiento social, ni ninguna restricción pudiera hacer que la catástrofe sea mayor”.
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A su vez señaló que el país no podría «detener lo que viene 15 días después, y como progresión geométrica, muy probablemente los números van a ser devastadores, tanto para la salud y principalmente para la vida de las personas y el colapso del sistema sanitario y últimamente, el menos importante, el colapso económico que en algún momento pueda cobrar vidas».
Organizaciones
Algunas de las declaraciones más contundentes contra la forma de abordar la pandemia en Nicaragua fueron las de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), pues se declararon preocupados por «la falta de distanciamiento social, la convocatoria a reuniones masivas. Tenemos preocupaciones sobre los tests, el seguimiento de los contactos, la forma en que se reportan los casos.
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La directora de la OPS, Carissa Etienne, calificó también -en abril- de «inadecuada» la prevención de las infecciones y el control en diferentes momentos y niveles” que se ejecuta en Nicaragua.
Estados Unidos
Los llamamientos se han venido sumando en los últimos cuatro meses. El 27 de mayo, en conferencia de prensa, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompe, dijo que su Gobierno está preocupado por la situación de la pandemia en Nicaragua, pues tienen reportes creíbles de entierros exprés y hospitales llenos.
“Estamos preocupados por los numerosos reportes creíbles que nos han llegado sobre hospitales que están llenos, y cuerpos que están siendo enterrados al abrigo de la noche, lo que muestra una situación mucho más severa de lo que ha reconocido el régimen”, señaló Pompeo.
Además, resaltó que “Estados Unidos condena el uso de la pandemia en todo el mundo como un pretexto para la represión”.
Costa Rica
El caso más resiente de llamado de atención y preocupación por la situación de Nicaragua fue el de Costa Rica. El ministro del Ministerio de Salud costarricense, Daniel Salas, expresó que el principal «riesgo sanitario» para su país provenía de su vecino Nicaragua.
«Es importante indicar que en realidad nuestro principal riesgo sanitario en este momento es el alto nivel de circulación del virus que existe en el vecino país de Nicaragua. Ese es en realidad el principal riesgo que tenemos y tenemos que ser en esto siempre muy diligentes», advirtió Salas.
La misma vicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell, hizo un llamado a Nicaragua para que asuma medidas verdaderas para evitar que el virus se siga propagando en la región.
«Yo quisiera invitar al gobierno nicaragüense para que realmente tome medidas que nos proteja a todos, finalmente vivimos en este mundo y somos frontera con Nicaragua», instó Campbell.
Sin embargo, esta no es la primera vez que Costa Rica, a través de sus funcionarios, solicitaba que se prestara atención en la forma que se aborda la pandemia en Nicaragua. El pasado 14 de mayo los diputados costarricenses enviaron una misiva a la Organización Panamericana de la Salud para urgirle una evaluación sobre el abordaje del COVID-19 en Nicaragua.
«No consideramos justo que haciendo nuestro país todos los esfuerzos a su alcance para contener la pandemia, se nos exponga a riesgo de contagio por la actitud irresponsable de los gobernantes nicaragüenses», señalaron en ese momento los legisladores.