Familiares, amigos, personalidades políticas costarricense y miembros del exilio nicaragüense se reunieron este lunes en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en San José, para celebrar la misa de cuerpo presente de Violeta Barrios de Chamorro, expresidenta de Nicaragua y símbolo de la democracia en la región. 

La ceremonia no pudo realizarse en su país natal debido a la represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. 

Durante la eucaristía, celebrada este 16 de junio de 2025, sus hijos Cristiana y Carlos Fernando Chamorro, ambos desterrados de la dictadura, ofrecieron emotivos discursos que reafirmaron el legado de su madre y la esperanza de que Nicaragua vuelva a ser República.

Doña Violeta, quien lideró el proceso de transición a la democracia en la década de los noventa tras vencer a Daniel Ortega en las urnas, fue recordada como una mujer de reconciliación, valentía y servicio público. 

Su hija Cristiana Chamorro, periodista y excandidata presidencial —desterrada tras ser condenada por cargos fabricados y expulsada del país en 2023 como parte del grupo de 222 presos políticos— en su primera aparición pública agradeció a Costa Rica por abrir las puertas de este país a “todos los ciudadanos desterrados” y permitirles dar a su madre una “sepultura digna y segura”. 

Con voz firme y visiblemente emocionada, Cristiana recordó la respuesta que su madre le dio cuando en 1989 le preguntó qué sentía al saber que era la única persona capaz de derrotar a Ortega: ‘Si Nicaragua me necesita, yo lo hago’. Y así fue. En 1990, Violeta Barrios de Chamorro asumió la presidencia con el compromiso de restaurar la paz, la democracia y la institucionalidad.

“Fue presidenta de todos los nicaragüenses, como le gustaba que la llamaran”, dijo su hija. “Durante 170 días con muletas o sillas de ruedas recorrió todo el país invitando a votar,  dejando así constancia histórica que los nicaragüenses hemos querido siempre la libertad”, señaló Cristiana. 

Régimen niega misa en memoria de expresidenta 

La misa, celebrada en un ambiente de respeto y recogimiento, también sirvió como un acto de denuncia y de reafirmación de los principios democráticos en medio del exilio. La imposibilidad de llevar a cabo este tipo de ceremonias en Nicaragua —por temor a represalias— evidencia el clima de persecución religiosa y política que aún persiste en el país.

Por su parte, Carlos Fernando Chamorro, también periodista y exiliado en Costa Rica, subrayó la imposibilidad de rendir tributo a su madre dentro de Nicaragua.

“Esta misa no habría sido posible en nuestra patria”, mencionó. 

Denunció que este fin de semana, algunos feligreses pidieron a los sacerdotes orar por la memoria de su madre, pero la respuesta fue: ‘Mejor no, no podemos porque es muy peligroso. A ella la incluimos en la oración por todos los fieles difuntos, la recordamos con cariño y quisiéramos ofrecerle una misa, pero no podemos arriesgarnos de esa manera’. 

A su juicio, este temor confirma que incluso después de su muerte, la figura de doña Violeta representa un símbolo de esperanza que la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo teme.

“La única explicación posible es por el miedo que tiene la dictadura a que cunda la esperanza”, reiteró Chamorro. 

Doña Violeta, mujer con liderazgo político

Tanto Cristiana como su hermano Carlos Fernando resaltaron el liderazgo político y moral de su madre, quien gobernó sin persecuciones, sin discursos inflamatorios, y con respeto a la institucionalidad. 

“Su historia nos enseña cómo un demócrata, en su caso una mujer, puede cambiar el rumbo de un país no solo por la vía electoral o el grado universitario, que mi madre no tuvo, sino por el arte de servir a la política y al poder sin servirse de estos”, señaló Cristiana.

Recordaron que doña Violeta fue la primera mujer en América Latina elegida por voto popular para presidir una nación, y que su mandato representó una triple transición: “de la guerra a la paz, del totalitarismo a la democracia, y de una economía estatizada a la de libre mercado”. 

Ambos hermanos reivindicaron también el legado conjunto de sus padres, es decir, doña Violeta y el mártir de las libertades públicas, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.

“El legado de ambos es una contribución a la existencia de un consenso amplio que existe en Nicaragua en relación al desafío que tenemos todos en este momento y es que Nicaragua vuelva a ser República”, dijo Cristiana. 

“Mi madre nos deja testimonio —agregó—, que se puede y se pudo, que nadie nos regala la libertad ni la democracia, que debemos luchar por ellas cuando no se tienen (…) Misión cumplida”. 

Para Carlos Fernando, estos valores “representan una esperanza que los nicaragüenses tenemos que cultivar cada día pequeñas acciones”. 

El féretro de la exmandataria Violeta Barrios de Chamorro, que falleció el 14 de junio de 2025, llegó a la iglesia cubierto con la bandera azul y blanco de Nicaragua. Sus hijos enfatizaron que su descanso definitivo será en la tierra que la vio nacer y gobernar con dignidad.

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La Lupa Nicaragua