15 historias de disidencias sexuales y de género narradas en primera persona

“Un día confronté a mi mamá y le expliqué: ‘Soy una chica trans’. Al día siguiente tuve que irme de la casa, yo sabía que eso era sinónimo de libertad, pero traía consigo mucha responsabilidad”, relata Tayra, una mujer sorda y trans.
Su historia forma parte del libro “Ser y transformar, historias de lucha, orgullo y cambio”, una recopilación de 15 relatos de personas de las disidencias sexuales y de género.
El libro es el resultado de una iniciativa conjunta entre diversas organizaciones y colectivos, entre ellas la Colectiva Acuerpadas y la academia Manos que Hablan, un espacio educativo en lengua de señas dirigido por personas LGBTIQ+ en El Salvador.
Este proyecto nació con el objetivo de visibilizar y compartir las historias de personas trans —hombres y mujeres—, no binarias, bisexuales, lesbianas y otras identidades disidentes que han sido históricamente invisibilizadas, explicó a La Lupa, Concha Armas, mujer trans y coordinadora de Acuerpadas.
El objetivo fue que cada persona, desde su diversidad —de aprendizaje, sexual, corporal— pudiera contar su propia historia con autonomía.
“Queríamos historias trans, historias LGBT, narradas desde la esperanza, que fueran en un formato más esperanzador frente a las múltiples crisis globales que experimentamos, pero también que dejaran mensajes de esperanzas”, señaló Armas.
“Soy un chico sordo y gay”
El proyecto empezó con cuatro talleres en los que participaron activamente personas de distintas identidades y capacidades. En estos espacios se analizaron en conjunto las condiciones sociales y políticas que atraviesan las disidencias sexuales, así como los obstáculos específicos que enfrentan las personas con discapacidad.
A partir de ese diagnóstico colectivo, se ofrecieron herramientas narrativas adaptadas a las diversas formas de aprendizaje y expresión, con el objetivo de que cada participante pudiera construir y contar su historia desde su propia voz.
Rodrigo Samayoa, es un “chico sordo y gay”. Su historia es otro de los testimonios que aparecen reflejados en el libro. Samayoa cuenta lo difícil que ha sido el proceso de reconocimiento frente a su familia y la misma sociedad. “¿Te gusta ser gay?, vos nunca me habías dicho nada. Además vos sos un hombre de verdad”, cuenta Samayoa en el libro.
Según Armas, desde el principio, comprendieron que no bastaba con generar información solo para quienes se adaptan medianamente a los sistemas tradicionales de aprendizaje, sino que era fundamental producir contenido verdaderamente inclusivo para conocer historias como la de Rodrigo Samayoa.
“Lo que quisimos a través de este libro fue tener un espacio donde pudiéramos contarnos a través de nuestras propias voces, a través de la compasión, de la ternura; poder corregirnos entre nosotres amorosamente, para que las historias tuvieran un proceso de evolución colectiva”, explicó Armas.
El rechazo familiar como punto de partida
Uno de los hilos conductores que atraviesa muchas de las historias reunidas en Ser y transformar, historias de lucha, orgullo y cambio, es el conflicto con la familia. Al igual que Tayra y Rodrigo, en muchos de los otros relatos hay episodios vividos con la familia al momento de reconocerse y compartir su identidad.
“Mi primer reto fue contra las personas que me dieron la vida, les demostré que mi corazón aún latía”. “Yo sabía que si un día tomaba la decisión de ser quien era iba a perder a toda mi familia y amigos”. “Tuve que soltar las etiquetas sociales, religiosas, familiares para poder vivir y performar el ser mujer como me da la gana”.
“La familia aparecía mucho como nuestro primer entorno de socialización, pero también el entorno donde podemos experimentar mayores cantidades de violencia. La idea patriarcal y machista que hay alrededor de las orientaciones sexuales y de cómo deberíamos de vivir el placer y nuestras experiencias eróticas y sexuales”, señala Armas, quien también brinda su testimonio de ser mujer trans en el libro.
Armas es una nicaragüense que migró a El Salvador y destaca lo difícil que fue dejar atrás a su familia y al círculo de personas que había conocido a lo largo de su vida.
“Desarraigarse de tu familia, de las personas que has conocido… La migración implica un nuevo proceso de adaptación en el país de acogida, y eso para mí es muy complicado”, expresa.