Padre Erick Díaz: “Nadie te puede arrancar del corazón la pertenencia”
El joven sacerdote de Matagalpa exiliado, está ahora en una parroquia de Chicago. “Vamos a regresar” a Nicaragua, asegura
El joven sacerdote de Matagalpa exiliado, está ahora en una parroquia de Chicago. “Vamos a regresar” a Nicaragua, asegura
Erick Díaz Fernández tiene 33 años de edad y es uno de los sacerdotes de la Diócesis de Matagalpa que, para evitar la cárcel, salió de Nicaragua por veredas, unos meses antes de que el régimen Daniel Ortega y Rosario Murillo lo despojara de su nacionalidad nicaragüense. Ahora, el joven religioso está en la Parroquia Santa María del Lago y Nuestra Señora de Lourdes en Chicago, Illinois, Estados Unidos.
“Estoy muy contento en este servicio, estoy sirviendo y estoy siempre con mi frente en alto. He perdido, entre comillas, los papeles legales de mi país, pero nadie te arranca ni nadie te puede arrancar del corazón la pertenencia”, afirma el padre Erick, que añade: “Esa tierra bendita, esa tierra de lagos y volcanes, esa tierra sencilla que ha sufrido mucho, siempre nos espera…”.
Lejos de su familia y las montañas donde creció, entre cafetales y cultivos de granos básicos, el joven sacerdote asegura que sigue con el mismo entusiasmo misionero con el que incursionó al seminario y luego al sacerdocio en Matagalpa. “La Iglesia es universal y está en todos lados, y gracias a Dios estoy aquí sirviendo, y también a través de la tecnología, siempre llevar la palabra de Dios, llevar la esperanza, llevar el mensaje de alegría”.
La de Matagalpa se caracteriza por ser una Diócesis misionera. Eso lo cautivó para ingresar al seminario. Luego, monseñor Rolando Álvarez Lagos lo envió a servir como seminarista a la Parroquia San José, en el municipio de Matiguás. El 25 de noviembre de 2017, en la Catedral San Pedro Apóstol de Matagalpa, lo ordenó sacerdote.
Para ese año, la Diócesis de Matagalpa estaba en un proceso de reforma, recuerda el padre Erick, apuntando que sus primeros meses como sacerdote fueron de misión, sacramentos, evangelización y retiro espiritual.
El sacerdote comenzó a trabajar con los jóvenes y las comunidades eclesiales, y prestó servicio en el Seminario Menor como parte de la Pastoral Vocacional. Ahí trabajó muy cerca del obispo Álvarez, en la jornada misionera en la que el jerarca católico, hoy preso político de la dictadura, abordó buses y recorrió todos los rincones del territorio para llevar la Palabra de Dios.
El padre Erick estaba en Matiguás, en abril de 2018, cuando estalló la crisis sociopolítica en Nicaragua. “Nadie lo esperaba”, dice.
“La Iglesia (en) todos los tiempos y en todo lugar y en todo el mundo siempre ha defendido y ha cuidado de la dignidad de la persona humana, por eso, cuando alguien dice que los sacerdotes o los religiosos no deberían de meterse en política, es verdad, la Iglesia nunca se ha metido en política ni hace política partidaria, pero sí, pone siempre en primer lugar la dignidad de la persona humana y, en este caso, ver a los ancianos y a los jóvenes, que fueron los primeros reprimidos, la Iglesia lo único que hizo fue decir: ‘Paren esta masacre, paren esta persecución a los jóvenes, paren estos asesinatos, resolvamos las cosas de otra forma, dialogando’. Por eso la Iglesia permitió ir a ese diálogo, pero con el fin de que se mejoraran las cosas, no para que se organizara mejor el represor, el perseguidor”, reflexiona el padre Erick.
Pobladores de Matiguás se sumaron a las protestas de 2018 y el padre Erick participó en algunas de las marchas. “Como sacerdotes siempre vamos a caminar con el pueblo… y este es el tiempo de Nicaragua”, declaró en una de las manifestaciones, por lo que desde allí hubo amenazas en su contra.
Posteriormente, el padre Erick estuvo como párroco en la iglesia San José Obrero, en el poblado El Tuma, una de las principales concentraciones urbanas en el municipio El Tuma-La Dalia, de Matagalpa, donde también destacó por su cercanía con los feligreses. Incluso, estuvo en jornadas de cortes de café para recaudar fondos y hacer mejoras en el templo y la casa cural.
El régimen de Ortega y Murillo arreció los ataques a la Iglesia particularmente a la Diócesis de Matagalpa. El 19 de mayo de 2022, tras ser perseguido por la Policía, el obispo Álvarez tuvo que refugiarse en una iglesia en residencial Las Colinas, en Managua, donde inició un ayuno para exigir que la dictadura respetara su “círculo de privacidad familiar”.
El 1 de agosto, el régimen ejecutó el cierre de las emisoras de la Diócesis y mantuvo en un encierro forzado al sacerdote Uriel Vallejos en la Parroquia Jesús de la Divina Misericordia en Sébaco.
Para el 4 de agosto, la Policía trasladó al padre Vallejos a un seminario en Managua y de manera simultánea mantuvo un cerco policial afuera de la residencia episcopal en Matagalpa, forzando un encierro del obispo Álvarez y otras once personas.
El padre Erick quiso entrar a la residencia episcopal para acompañar al obispo Álvarez, pero la Policía lo impidió.
El 14 de agosto, la Policía cercó al padre Erick impidiéndole ir a la Catedral de Matagalpa donde recibirían una réplica de la imagen de Nuestra Señora de Fátima. Esa misma tarde, el padre Óscar Danilo Benavides Dávila fue apresado en Mulukukú, Región Autónoma de la Costa Caribe Norte.
El 23 de agosto, recuerda el padre Erick que “un buen nicodemo” le avisó que sería apresado, por lo que días después emprendió su salida del país, yendo por veredas al exilio forzado.
“Para nuestra Diócesis y particularmente a mí como sacerdote, eso cambió mi vida, cambió mi ministerio, porque lo que fue un compromiso a la verdad, al Evangelio y cuidar la dignidad de las personas pues ahora nos ha llevado a lo que ya ustedes saben, (a) una represión fuerte contra la Iglesia, contra los líderes contra toda persona que estuvo muy comprometida y ha estado muy comprometida con la situación de nuestro país”, refiere el sacerdote.
Sin embargo, asegura, “aunque nuestro obispo ahorita esté preso, (y) nosotros estemos desterrados literalmente, la Diócesis continúa, porque está en manos de Dios, en manos del Espíritu Santo, y el Espíritu Santo la va acompañando y sabrá cómo vamos a salir de esa situación”.
El padre Erick está claro de que su formación fue para servir a la Iglesia, aun en el destierro, donde procura lidiar con los asuntos de la cultura, idioma y misión.
“Esto no indica que me tengo que conformar y no seguir soñando con el regreso a esa patria mía que me vio nacer, que me vio crecer, que me vio formarme… así como yo tengo ese anhelo, miles de nicaragüenses que escucho todos los días y que están en diferentes partes del mundo, ese es el anhelo, porque la tierra, la patria es nuestra, Dios nos la regaló, ahí nacimos y ahí vamos a regresar…”, asegura.