Hemos visto en estos últimos tres años, un cambio muy fuerte en la política exterior del sistema totalitario de Daniel Ortega, caracterizado por narrativas dispuestas a la ofensiva y defensiva, amparado en el principio de soberanía  y no injerencia extranjera en asuntos internos, que ha sido una característica de sistemas políticos autoritarios y totalitarios para conseguir votos en diversas resoluciones internacionales como Cuba y Venezuela.

Los discursos que sostienen en diferentes espacios políticos internacionales, cuentan con una validez absoluta si estuviésemos en la época  previa a la primera guerra mundial y posterior a la segunda guerra mundial, donde las concepciones de soberanía no tenían excepciones particulares.

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La creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1945 fue un hito importante para mantener el orden internacional entre los Estados, por medio del principio de soberanía y no intervención. Su creación no significó totalmente una eliminación de guerras, es por ello que diferentes Corte internacionales y otras instituciones regionales e internacionales vienen a configurar la excepción al tema de la soberanía.

El primer acercamiento sobre las excepciones, es el tema de derechos humanos que ha sido plasmado en diferentes instrumentos internacionales y regionales, que obligan a los Estados a cumplirlos de lo contrario incurren en una responsabilidad internacional, donde es posible activar diversos mecanismos internacionales, la mayoría de ellos poseen obstáculos de procedimiento que muchos sistemas políticos antidemocráticos logran desviar o bloquear.

Un segundo acercamiento es el tema de la democracia, el continente americano es el más avanzado en regular mecanismos, en caso de alteración o ruptura al orden constitucional de los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA). Desde la firma de la Carta Democrática Interamericana (CDI) se marca un precedente para la región en apostar por la democratización.

Ambos temas forman parte de las normativas internacionales, son requisitos para la coexistencia entre los Estados de la misma forma que existe una clase de contrato social entre la ciudadanía y el Estado, así funciona la relación entre los Estados, no son islas o planetas forman parte de una comunidad planetaria.

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La estrategia en la política exterior de Daniel Ortega ha sido utilizar la máquina política discursiva del tiempo para incorporar en sus discursos doctrinas que en su momento tenían absoluta validez. La estrategia busca atemorizar a aquellos sistemas políticos autoritarios que pueden ser llevados por el mismo camino, de esa forma buscan presionar para conseguir votos.

La misma debilidad institucional en latinoamérica coloca a un escenario de incertidumbre en diversos foros políticos internacionales de toma de decisión nos demuestra la enorme necesidad por continuar regulando y optimizando los mecanismos internacionales de protección de los derechos humanos y la democracia.

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