La Conferencia Episcopal de Nicaragua  (CEN), a través de un mensaje de tres páginas, analizó la situación que atraviesa Nicaragua con la pandemia del COVID-19, donde abunda el silencio, la incertidumbre por el actuar estatal por lo que exhortaron a los «gobernantes y a todos los sectores del país a abrirse a las alianzas y consensos para buscar y encontrar alternativas y soluciones conjuntas que nos eviten una mayor catástrofe humana».

La exhortación de la Iglesia Católica de Nicaragua se da en un momento en el que el país llegó a 279 casos positivos de COVID-19, 17 fallecieron, 199 se recuperaron y el resto siguen activos, según el último informe del Ministerio de Salud.

Es por ello que los religiosos aprovecharon para señalar «la fragilidad y vulnerabilidad en que se encuentra el sistema de salud pública, la rapidez con la que avanza el contagio y las muertes a causa del virus».

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Los obispos dijeron estar sufriendo junto al pueblo «incertidumbre, dolor y muerte». Además, criticaron la «inseguridad que sufre la población ante el silencio del Estado y la desinformación sobre el avance de la epidemia, el miedo o la imposibilidad de visitar los hospitales sufriendo las enfermedades en el silencio del hogar, la manipulación de la conciencia, coacción y oportunismo político en el manejo de la pandemia».

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Los religiosos se mostraron preocupados por el aumento de la pobreza, el desempleo, pero apuntaron que «no son suficientes» las soluciones técnicas, económicas o científicas. Además, señalaron que «no sirven para resolver el problema los discursos políticos vacíos de responsabilidad y contenido», por lo que recomendaron «recuperar el rumbo de la vida humana, devolverle su dignidad, su inviolabilidad, desde su concepción hasta su extinción natural; es necesario seguir el camino del amor».

Urge garantizar la vida

Los obispos además abogaron porque se garantice la vida «por encima de todo», pues adujeron que los problemas vendrán después de la pandemia «y solo permaneciendo vivos y unidos los podremos enfrentar».

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Los religiosos abogaron por la práctica del distanciamiento social, pues advirtieron que ahora el «riesgo es mayor». A su vez, instaron a «los más fuertes, generosos y compasivos cargar con los más débiles; los que disponen de riquezas multipliquen sus obras de misericordia para compartir con los que no tienen nada, cuiden con esmero de proteger a hombres y mujeres que trabajan en empresas de producción e instituciones de administración y de servicios; que todos sin excepción prioricemos el cuidado de la vida, la vida por encima de la economía, la vida por encima de los intereses ideológicos y políticos, lo repetimos, la vida por encima de todo».

En contraste, el Gobierno de Nicaragua continúa sin enviar a los trabajadores del Estado a laborar desde casa, no ha llamado a cuarentena, no ha mandado a suspender las escuelas públicas y tampoco promueve el distanciamiento social, todo lo contrario, solo en este fin de semana se contabilizaban más de 500 actividades en el territorio nacional arriesgando a la población al contagio del COVID-19.

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