En la última entrega de #LaGuaridaDelOso nos acompañó la psicóloga Monserrat Cabrera Icaza, quien ha colaborado con diversos proyectos de atención como Médicos Sin Fronteras y actualmente con la iniciativa Emoción Sana. Monserrat también ha trabajado en Nicaragua en el sector de la educación inclusiva y es máster en Neuropsicología aplicada a la educación.

En esta entrega del programa, conversamos sobre las secuelas emocionales y mentales que pueda dejar el COVID-19 en las personas que hayan sufrido la enfermedad y también en las personas que no.

¿A qué nos referimos con salud emocional?

Cuando hablamos de salud emocional nos referimos a que nuestra mente esté sana, pero también que las emociones y miedos que tengamos los sepamos gestionar, que podamos equilibrar el bienestar emocional con estas cosas y así poder tener un bienestar integral en nuestro cuerpo.

¿Cuáles son los agravantes que puede sufrir una persona para desequilibrar su salud emocional?

En nuestro día a día vemos principalmente la ansiedad, muchas personas lo sufren, ya sea a nivel de trastorno o a nivel de episodio y esto pasa cuando estamos pensando en el futuro, “¿que va a pasar si pasa o no pasa esto, si me equivoco?”. Entonces esto nos llena de cuestionamientos y obviamente son preguntas que no podemos responder. Ya aterrizado a la pandemia, andamos pensando en si al ir al supermercado nos contagiamos, o si viajar en bus o taxi y eso causa problemas a nivel mental y también nuestras actividades del día a día. Las dudas y cuestionamientos hacia nosotros mismos nos empiezan a invadir, esas ideas se quedan en nosotros.

¿Qué habría que desmitificar en torno al cuidado de la salud emocional?

Primero hay que saber que siempre que se habla de un psicólogo o de una psiquiatra las personas dicen “es que yo no estoy loco”, desde antes se pensaba que estas disciplinas son para personas que ya están sufriendo brotes psicóticos. A nivel de empresa, también es invisibilizada, una persona tiene una licencia médica por una fractura o algo, pero no por un episodio de ansiedad. Hay personas que también tienen miedo de decir que van al psicólogo y la verdad necesitamos estar conscientes de que algo está ahí y tratarlo.

¿Qué afectaciones mentales o emocionales en pacientes que hayan padecido la enfermedad y sobrevivieron?

Esto también depende de cómo se vivió la presentación de los síntomas, porque también hay personas que fueron asintomáticas. Al darte cuenta que tenes un diagnóstico positivo, esto te afecta a nivel de ansiedad por ver tantos estudios de las secuelas y daños que deja el pulmón y al cerebro. Ya a nivel de UCI, está el miedo constante e intenso a la muerte por la sensación de ahogo, como lo que vemos en un ataque de pánico, el miedo por estarse ahogando, por no respirar bien, por poder morir en cualquier momento. También el hecho de los pensamientos de “si a mi me pasa algo, ¿qué pasará con mi familia?”, todas estas cosas nos generarán ansiedad, depresión, estrés postraumático y la culpa del sobreviviente, esto nos afectará a nivel físico también.

¿El sistema de salud en Nicaragua está capacitado para afrontar una crisis de salud emocional?

Tristemente a nivel de ley no existe y el presupuesto que hay en Nicaragua para salud mental es del 1% del presupuesto que se da para salud, entonces realmente esto suma alrededor de 34 instituciones que en teoría dan asistencia para salud mental. Pero con un 1%, 34 instituciones y más de 6 millones de personas, esto queda al descubierto. En Nicaragua se sigue usando los mismos medicamentos de hace muchos años para algunos trastornos.

¿Este es solo un problema de Nicaragua?

Esto también se ve a nivel general, no solo en Nicaragua, cuando hablamos de salud mental, gestión de emociones y recursos, tenemos que ver que el presupuesto a nivel mundial debería ir aumentando. Hay países que lo hablan más que otros, pero los presupuestos siguen siendo bajos. Hay un psicólogo de Estados Unidos, que todo mundo dice que está loco, que está implementando un estudio diciendo que realmente se tiene que incluir en el seguro los exámenes a nivel de salud mental.

¿Qué rol desempeña la empatía de las personas para con las personas que sí aceptan necesitar ayuda psicológica?

A veces una persona logra reconocer algún tipo de problema a nivel emocional o mental y acepto que algo está fallando y necesito ayuda profesional o una guía y siempre habrá una persona diciendo “ya no estes triste”, como los memes. Eso lo vemos mucho en la familia, que a veces los padres “protegen” a los hijos y no quieren que asuman esos traumas para no sentirse culpables de esas situaciones. También entra la parte del machismo y la crianza machista al decirle a los hombres que no tenes que llorar ni decir que estás mal.

¿Qué secuelas puede dejar esta pandemia en las personas que no hayan sido contagiadas o que hayan sido asintomáticas?

Esto  dependerá de los recursos que tenemos, tanto los externos como los internos y saberlos utilizar ante una situación difícil. Durante todo este periodo hay mucha ansiedad por las noticias y todo eso que agobia respecto al virus y está ahí todo el tiempo. Con las personas asintomáticas, también existe el miedo de “si se lo pasé a alguien”, esa culpa de pensar que tal vez contagias a una persona en riesgo. Las personas que no lo han vivido, atraviesan el miedo sobre cómo cuidarse, cómo limpiarse y viven con exceso de estrés por no saber cómo protegerse.  También si las personas perdieron su trabajo, o trabajan desde casa y no encuentran las formas de salir a buscar trabajo sin miedo.

¿Cómo puede afectar la cuarentena a personas que viven en condiciones “normales” su día a día?

La cuarentena nos afecta de diferentes maneras, porque estamos acostumbrados a tener una rutina y salir sin miedo, entonces estar encerrados nos llena de ansiedad e incertidumbre y eso por la fecha, pensando en qué momento se acaba esto. Inician los pensamientos sobre qué va a pasar, si te quedarás sin trabajo, si te quedarás sin comida. También estábamos viviendo en una sociedad acelerada y no pasamos tiempo en la casa, entonces ahora la dinámica nos tiene encerrados. También hay que verlo como una oportunidad de crecimiento, pensar en cuáles son nuestras prioridades y el tiempo en familia que estabas perdiendo.

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