Miles de personas despidieron este cinco de diciembre a la última víctima de un femicidio en Italia, Giulia Cecchettin, de 22 años y cuyo asesinato a manos de su exnovio ha conmocionado al país, y lo hicieron agitando llaves y campanillas para «hacer ruido» y que la sociedad no permanezca indiferente ante la violencia machista.

El emotivo funeral de Cecchettin en la basílica de Santa Justa de Padua (norte) se convirtió este martes en un homenaje a todas las mujeres víctimas de la violencia, con más de 8,000 personas llegadas de toda Italia que abarrotaron la mayor plaza de la ciudad, Prato della Valle, desde donde siguieron la ceremonia en dos grandes pantallas.

La salida del templo del féretro blanco, sobre el que se colocaron flores del mismo color, estuvo acompañada por un larguísimo aplauso de los presentes, que entonces empezaron a agitar sus llaves y campanillas, tal y como había pedido la familia de Giulia: un minuto de «ruido», en lugar de uno de silencio, como mensaje de apoyo a tantas mujeres que sufren esta lacra.

«Que la memoria de Giulia nos inspire para trabajar juntos contra la violencia, que su muerte sea un impulso para el cambio», dijo el padre de la joven, Gino Cecchettin, durante el funeral.

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El sonido de las llaves, acompañado por gritos de «Giulia, Giulia» y las innumerables muestras de afecto recibidas conmovieron al padre y a sus dos hermanos, que perdieron a su madre por un cáncer de mama hace un año.

Miles llegaron de toda Italia para el funeral de Giulia Cecchettin en la basílica de Santa Justa de Padua. EFE/EPA/NICOLA FOSSELLA

«No sé rezar, pero sé esperar. Quiero esperar, junto a ti y a mamá, y a todos los aquí presentes, que esta lluvia de dolor fertilice la tierra de nuestras vidas, y un día brote, y produzca su fruto de amor, perdón y paz», añadió Gino Cecchettin, que pidió a los jóvenes amar «más» y «mejor».

El femicidio de Giulia Cecchettin, que estaba a punto de graduarse, mantiene a Italia conmocionada desde que el pasado 16 de noviembre se halló el cadáver de la joven, tras una larga búsqueda de ella y su exnovio, que acabó confesando el crimen después de su traslado a Italia tras ser detenido en Alemania.

El domicilio de la familia se convirtió entonces en un «altar» de peluches, flores, velas, cartas y dibujos dedicados tras un femicidio que incluso puso de acuerdo a la primera ministra, Giorgia Meloni, y la líder de la oposición, Elly Schlein, para luchar contra la violencia machista.

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Su recuerdo estuvo muy presente en las marchas con las que decenas de miles de personas llenaron las calles de Roma, Milán, Turín y otras ciudades italianas el pasado 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

«Por Giulia, por todas: un grito de batalla», fue una de las consignas que se escucharon en la capital italiana, donde más de 50,000 personas, de acuerdo con los medios locales, se congregaron en el Circo Massimo convocadas por el colectivo «Non una di meno» (Ni una menos) para urgir el final de esta lacra.

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EFE