En la última entrega de #LaGuaridaDelOso dimos inicio a una serie de entrevistas sobre Memoria, Justicia Transicional, Verdad y Derechos Humanos en el especial #MemoriaConectada. En esta primera entrega, nos acompañó la antropóloga nicaragüense Maria José Díaz, quien cómo investigadora de memoria, juventud y análisis de discursos nos compartió sus conocimientos sobre memoria histórica, colectividades y narrativas.
Ella actualmente está estudiando un doctorado en antropología en CIESAS, Ciudad de México y tiene experiencia en gerencia de organización no gubernamental, desarrollo comunitario y derechos sexuales y reproductivos.
¿A qué nos referimos con memoria?
Cuando hablamos de memoria podríamos entenderlo desde dos formas, una es cómo el proceso orgánico donde las personas recuerdan algo, desde un evento bastante familiar, hasta un evento más colectivo. Memoria nos lleva a la idea de un pasado que está presente, que está anclado, es algo que está vivo y que se mueve.
¿Cuál es la relación entre memoria histórica y memoria colectiva?
Cuando hablamos de algo que ha sido compartido por un colectivo, sea pequeño, un grupo o un país completo, estamos hablando de una memoria más colectiva. En ambos casos es una memoria social porque está referida a un evento de la sociedad. Solemos hacer usos indistintos y es importante marcar los límites porque cuando hablamos de memoria histórica nos referimos a que un grupo social que tiene cierta fuerza, anclaje y redes produce ciertos insumos para contar algo del pasado. A veces, la memoria colectiva o social irrumpe en la memoria histórica.
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¿Cuál es el componente político de la memoria histórica?
La memoria histórica suele tener un uso político muy fuerte porque este grupo que reproduce y distribuye estos recursos, suele ser el Estado, la figura más fuerte en nuestros tipos de sociedades. Normalmente es el Estado el que nos dice sobre qué es el pasado, sobre lo que sucedió en el pasado. Hay memorias que tenemos de la colonia, aunque no hayas vivido la colonia y lo que nosotros sabemos es lo que el Estado decidió contarte. La memoria histórica no se puede juzgar cómo buena o mala, sino entender cuáles son los usos políticos que se le están dando.
¿Cuáles son los instrumentos para reproducir la memoria?
Los insumos o elementos pueden ser textos, discursos orales que se reproduzcan a través del tiempo que intentan decir cómo o qué sucedió en ese evento y estos llega a las personas a través de textos escolares, eventos simbólicos para conmemorar eso. Esto construye en vos un pensamiento que no es único, que está anclado por tu historia familiar, pero que solo se puede modificar en medida que vas creciendo y adquiriendo nuevos conocimientos.
¿Qué tipos de estudio de memoria se pueden destacar?
Hay una generación de cineastas que están haciendo estudios de la memoria, porque la memoria no solo se estudia desde la academia formal. Hay documentales de memoria, que cuando uno los ve, representa una problematización sobre el pasado. También hay memorias de otra índole, como algunos libros testimoniales. Estos estudios permiten tener una mirada hacia el pasado.
¿Qué experiencias de este ejercicio destacarías de la región?
En Centroamérica hay varios ejercicios pero me parecen insuficientes. En Sudamérica surge una academia y en el caso de Argentina se ponen a la cabeza, una profesora llamada Elizabeth Jelin produce textos como “El trabajo de la memoria”, también la Comisión de la Verdad que establece que algo sucedió, más allá que estés de acuerdo o no. Hay experiencias como en Chile, que han escrito mucho sobre la dictadura de Pinochet. En Centroamérica tenemos a El Salvador, vemos que recientemente condenaron a uno de los culpables de la masacre de los jesuitas.
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¿Cuán influenciada está la memoria por los eventos del presente?
Si entendemos la memoria como una visión estática de los recuerdos del pasado, el pasado no está escrito en piedra. Por ejemplo, la conmemoración del 12 de octubre, vemos que esa narrativa y cómo se nombra esa situación, se ha visto alterada por el movimiento mundial y nicaragüense de indígenas y afrodescendientes al decir que las cosas no sucedieron así como lo plantean, entonces pasa de llamarse “encuentro de dos mundos” a “día de la resistencia indígena”. El presente siempre será un campo de batalla, la memoria siempre versa sobre las personas que están vivas, la memoria se trata de las cosas que nos atormentan, disputamos la realidad.
¿Cuánta importancia tienen los testimonios individuales en la memoria colectiva?
La importancia de los testimonios individuales, es que son partes de una colectividad, entonces el lector afirma haber sentido lo mismo, o vivido lo mismo. Entonces esa memoria individual pasa a ser una memoria más colectiva. Nosotros los nicaragüenses estamos en deuda con la producción de nuestra propia memoria.
¿El establecimiento de la memoria histórica se verá influenciado por la narrativa de los grupos de poder?
Siempre el Estado nos va a querer contar una historia, no hablaría de olvido, sino de borradura, son políticas que intentan borrar ya que el olvido no es posible. Por ejemplo, Somoza narra a Sandino como un bandolero, luego los sandinistas lo plasman como un héroe y en los noventa vuelven a decir que Sandino era un revoltoso. Entonces es una constante política de borradura, sin embargo la memoria como órgano vivo es una corriente, entonces quienes vivieron la historia empiezan una disputa. Entonces los grupos sociales o políticos, siempre narran su versión y la memoria debe ser disputada por eso mismo.
¿Hay influencia o impacto en la reproducción de la memoria la potencial neutralidad o involucramiento en un suceso?
La memoria no puede ser neutral, porque está anclada en cómo vemos el pasado y esto está influenciado en qué lado estabas al momento del suceso. Los historiadores, que pueden ser instituciones o personas, pero estas son fuentes de información y no puede confundirse cómo testimonio, que también es una fuente. Tampoco la historiografía es neutral, porque el historiador tiene una intencionalidad y una posición, no podemos decir neutralidad porque estaríamos hablando de inteligencia artificial y no humana.
¿Cuánta importancia puede tener el aprender a colectivizar para en conjunto ir aportando a una narrativa para el establecimiento de memoria histórica?
Muchas veces estos grupos surgen de forma orgánica, estos procesos de colectividad y de narrativa surgen muchas veces como algo que es parte del grupo, porque para este su referencia es el grupo mismo, ya que hace su anclaje en sí mismo, en lo que vivieron y pasaron. El movimiento feminista es uno de los pocos movimientos sociales que tienen una genealogía. Por otro lado, tenemos a AMA (Asociación Madres de Abril), que es un movimiento que surge por eventos dolorosos, pero que no le sucedieron solo a una mamá, cómo hay un elemento que les une, ahí tenes una identidad al construir la memoria orgánica.
¿Cuál es el componente político de la colectivización?
A veces los grupos sociales de oposición son profundamente frágiles y su discurso está profundamente alejado de lo que la gente logra articular como eventos compartidos porque no hay identidad en ellos, la política nuestra debería ser más apasionada porque lo que tenemos es una caricatura de política. Sin embargo, la gesta y la resistencia de Madres de Abril es profundamente política, lo que pasa es que no lo vemos como tal porque estamos acostumbrados a ver una máscara de política vinculada al acceso al poder, AMA nos dice que está haciendo política vinculada a la justicia y eso es más fuerte.
¿Cuánta importancia crees que tenga el trabajo en conjunto de grupos de sociedad civil, grupos que buscan justicia y establecimiento de memoria y en un futuro, el Estado?
En Latinoamérica he visto muchos ejercicios de este tipo, uno que han sido un éxito y otros que han significado fracasos, porque cuando es muy cercano esto de los grupos con el Estado, este último quiere asumir la lucha y querer llegar a ese “nosotros representamos a las víctimas” y ahí hay una línea súper frágil. Por esto vemos en el caso de Argentina que las Abuelas de Plaza de Mayo se mantienen al margen de grupos políticos, entonces están conscientes que están del otro lado de la cera. Confrontativo y a veces aliado, pero siempre entendiendo que estás del lado de las víctimas. Es una línea peligrosa, pero en un futuro podría ser interesante siempre y cuando la frontera esté clara.
¿Qué reflexión te deja el ejercicio de establecer en Nicaragua un Museo de la memoria contra la impunidad?
Cuando vi que iniciaron a construir el museo, yo pensé que habíamos evolucionado como sociedad, porque el hecho que las madres agarraran su dolor y lo convirtieron en bandera de resistencia, es algo nuevo en nuestra historia como país. En los ochenta eran víctimas, madres de héroes y mártires, mujeres que “ofrendaron” a sus hijos y esa identidad fue con la que se quedaron estas madres. Las Madres de Abril son otro sujeto político y en plenos funerales gritaron consignas que sus hijos reinvindicaban, sus mamás estan haciendo lo mismo, dicen que sus hijos no ofrendaron sus vidas, fueron arrebatados y asesinados y el contrapeso de esto es el acceso a justicia, verdad y repetición.
¿Que representa Madres de Abril para Nicaragua?
El museo es un símbolo que te anclan a estas reflexiones, donde el dolor, la rabia y el hecho de ser víctimas se constituye en el motor para otra sociedad, si me preguntaran si Nicaragua es diferente, pues yo diría que hay evidencia que sí, hay cosas grotescas contra las que seguimos luchando. AMA está a la cabeza de muchas cosas de vanguardia, junto al Museo nos están diciendo “somos diferentes, podemos y vamos a hacerlo diferente”, llevan la digna rabia hacia los espacios, si alguien pierde la esperanza, hay que ir a museo y ver como nos dicen, que el gran evento para honrar la vida de sus hijos es la justicia, estas son madres de vanguardia que dicen que estarán al frente de esta transformación.