*Marcela Arias

Las luchas por la despenalización del aborto en Centroamérica se han fortalecido a lo largo de los últimos años. Estas han variado de acuerdo con los contextos sociales, políticos y económicos. Sin embargo, las acciones de calle, de incidencia, de litigio, comunicacionales y otras encaminadas a la despenalización del aborto giran en torno a investigar, denunciar y mitigar una serie de elementos que podrían reducirse a los siguientes:

  • La violencia física o psicológica provocada por actores estatales, por miembros de la familia o por miembros de la comunidad.
  • La discriminación institucional, determinada por la falta de políticas públicas sobre salud sexual y reproductiva o su falta de asignación presupuestaria, la criminalización de las mujeres y la participación de élites religiosas en la toma de decisiones.
  • Los factores culturales, es decir, la reproducción de los roles de género nocivos en la familia y en la comunidad, incluyendo los centros educativos y otros espacios y el abordaje discriminatorio del tema por parte de los medios de comunicación.
  • Los altos índices de desigualdad y pobreza que provocan que las personas más afectadas sean mujeres pobres y racializadas.

Si bien las acciones coordinadas alrededor de esta serie de elementos han permitido dar importantes pasos hacia la despenalización del aborto en Centroamérica, el ejercicio de autocrítica es permanente. A la luz de la experiencia de lucha por la despenalización del aborto en Honduras, vale la pena destacar tres reflexiones relacionadas con la argumentación y las narrativas que predominan en América Latina, incluyendo Centroamérica.

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La primera, tiene que ver con que existe una tradición liberal en la argumentación y las narrativas para exigir la despenalización del aborto. Laura Klein, filósofa y escritora se ha referido a la expresión «mi cuerpo, mi decisión» o «mi cuerpo es mío», para señalar que, si bien es un argumento lógico, se vincula a la idea de la propiedad privada y fortalece la concepción del «individuo», desvinculado de la comunidad, desvinculado de lo social. Esto es así, ya que muchas iniciativas han entrado al campo del derecho y los argumentos dominantes en el ámbito del derecho son liberales[1]. A largo plazo, esto puede ser problemático ya que, con o sin ley, las mujeres continuarán enfrentándose al dilema sobre interrumpir o no un embarazo en unas circunstancias en las cuales ni la autonomía ni la heteronomía absoluta existen.

La segunda, tiene que ver con que las referencias a la maternidad son mínimas en la argumentación y las narrativas para exigir la despenalización del aborto. La relación que existe entre el aborto y la maternidad es indiscutible. Pero esa relación, no ha sido suficientemente caracterizada desde la argumentación y las narrativas para exigir la despenalización del aborto. Recurrir a la interrupción del embarazo tiene infinitas razones, además de las ya reconocidas causales o circunstancias especiales de despenalización. No obstante, todas tienen en común la defensa de la dignidad humana y la vida como valores. En consecuencia, resulta válido desarrollar con mayor precisión la propuesta a largo plazo: la maternidad deseada. ¿Cómo describiríamos la maternidad deseada? ¿De qué manera se impone una maternidad y cuáles son sus consecuencias? ¿Qué condiciones son necesarias para garantizar una maternidad digna?

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Finalmente, la tercera reflexión, tiene que ver con la reproducción de mensajes que pueden llegar a ser violentos en relación con las experiencias subjetivas que las mujeres han atravesado, ya que, aún con la legalización, la experiencia del aborto no es el motivo de una celebración. Puede representar una sensación de alivio, de miedo u otras, pero en muy raras ocasiones podrá representar el motivo de celebración. En este sentido, la construcción de mensajes que se derivan del concepto del “feto ingeniero”, por ejemplo, resultan de un privilegio que ha nublado la empatía por la otra. 

La argumentación y las narrativas predominantes en las luchas por la despenalización del aborto en Centroamérica, reflejan posicionamientos éticos y políticos. Por esta razón, su impacto no se debe medir únicamente en función de qué tanto se logra posicionar un mensaje o qué tan popular es un argumento o una narrativa en contraste con otra, sino en función de qué tanto los argumentos y las narrativas reflejan los horizontes feministas que aspiramos alcanzar.


[1] Disponible en https://nuso.org/articulo/aborto-la-radicalidad-de-la-experiencia/

* Abogada y feminista con experiencia en investigación jurídico-social. Es parte de la Plataforma Somos Muchas por la libertad y vida de las mujeres.

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