Lourdez Useda creció en medio del baloncesto. Ya sea como jugadores o árbitros, su familia de alguna manera estaba involucrada en este deporte, pero no fue hasta en el 2018 a los 16 años que ella se interesó en el arbitraje.

Sin saberlo, su acercamiento fue nuevo para su departamento. No había mujeres árbitros de baloncesto en Masaya. Ese era un mundo dominado por hombres, pero para Useda eso no fue un impedimento, ya que siempre logra lo que se propone, señala.

Useda, de ahora 21, es una árbitra federada. Forma parte de la Asociación Municipal de Baloncesto de Masaya, la Asociación de Árbitros de Baloncesto y la Federación Nicaragüense de Baloncesto.

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Además de ser la primera mujer árbitro de baloncesto en Masaya, es la primera en participar en torneos internacionales y la primera en viajar al extranjero para dirigir partidos. Ahora, su gran meta es ser una árbitro certificada por la Federación Internacional de Baloncesto y ser la primera mujer árbitro internacional de este deporte.

Sin embargo, no todo ha sido tan fácil. Desde que inició en este oficio ha tenido que enfrentarse al machismo de jugadores, entrenadores, organizadores y hasta de la audiencia. Muchas personas creen que por ser mujer no está lo suficientemente preparada para arbitrar.

Pero Useda está mucho mejor preparada que varios árbitros varones. Capacitaciones, clínicas, talleres, campamentos, actualizaciones y muchas otras formaciones forman parte del currículum de esta joven árbitra, que ha sido preparada por árbitros nacionales e internacionales.

Su última gran actuación fue en los Juegos CODICADER 2023 que se realizaron en Belice entre el 1 y el 7 de agosto, un evento dedicado a los países de Centroamérica. En entrevista con La Lupa, Useda cuenta sus inicios en el arbitraje, los retos que ha enfrentado y sus próximas metas.

“Me llena de orgullo ser la primera árbitro de Masaya”

Useda arbitrando un partido femenil. Foto: cortesía.

¿Cómo comenzó su interés en el arbitraje de baloncesto?

Creí viendo el baloncesto porque todos mis tíos lo practicaron y uno de ellos fue un árbitro reconocido, Álvaro Siles. Con el pasar de los años me alejé del deporte y no me llamaba la atención. Tiempo después me interesé nuevamente porque el muchacho que era mi novio jugaba basket y después se hizo árbitro. 

conversaba bastante con él de los juegos o del reglamento, analizaba ciertos juegos y así me fui involucrando en el arbitraje del baloncesto. Inicialmente comencé como anotadora, me contacté con la persona encargada del arbitraje a nivel nacional y logré entrar.

¿Cómo fueron tus primeros partidos?

Me acuerdo que los primeros partidos fueron en Masaya y eran de maxibaloncesto (categoría para personas mayores de 40 años), liga juvenil y mini juvenil. Eran muy emocionantes y el nervio me invadía bastante.

Al inicio tuve varios problemas con jugadores e incluso entrenadores porque tenían una mentalidad machista. El simple hecho de que yo fuera mujer les causaba problema a ellos, pero también trabajé con personas que me dieron mucho apoyo y me hicieron sentir segura en la cancha.

Recibí varios comentarios machistas. Uno de ellos fue “ay ¿para qué la ponen a ella? es mujer, no sabe nada”. No me dijeron “es que ella no está preparada”, sino “es mujer, no sabe nada”. Pero muy lejos de hacerme sentir mal, me impulsó a demostrar que siendo mujer puedo alcanzar muchas cosas.

¿Esos comentarios eran durante el juego o también fuera de la cancha?

De hecho algunos comentarios iniciaban antes del partido, antes de comenzar a arbitrar ya escuchaba los comentarios contra mí. Y después se ponían peor durante el juego, especialmente si tomaba alguna decisión o sancionaba alguna falta.

Me decían que mí intervención no había sido correcta. Sin embargo, me di cuenta que esos comentarios suceden todo el tiempo, no importa si es tu primer juego, el quinto o si tenés muchos años de experiencia, así que dejé de escucharlos.

¿Cómo enfrentas esos comentarios?

Al inicio no era fácil. Recuerdo que una de las situaciones más fuertes fue en un juego infantil aquí en Masaya y el problema fue con un padre de familia que estaba en desacuerdo con la manera en que estaba arbitrando. Él me exigía que sancionara una falta que era inexistente y como yo no lo hice, él se fue hasta la cancha y no solo comenzó a insultarme, sino que también llegó a empujarme.

Lo que hice fue detener el partido y solicitar a la persona encargada de la organización que retirara al señor de la cancha porque no podía estarme haciendo eso, pero la persona encargada me dijo “no lo puedo correr y no voy hacerlo”. Eso fue bastante feo porque estaba permitiendo una agresión contra mí.

Así que paré de arbitrar, dejé el partido y me fui de la cancha. Me acuerdo que me afectó mucho y después me retiré de las canchas por un tiempo. Me quedé solo con la mesa técnica en anotación y estadística. Después de eso me costó volver a la cancha nuevamente. 

Lourdez Useda es la única mujer árbitra de Masaya. Foto: cortesía.

¿Esto es algo que solo te ha ocurrido en Masaya o en otras partes del país?

Esto es algo que se vive no solo en Masaya, sino también a nivel nacional y ahorita que viajé a Belice, me di cuenta que también a nivel internacional. Claro no se llegó al punto de empujones, pero sí a los reclamos e insultos todo el tiempo.

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Lamentablemente es algo que como árbitro me lo tengo que aguantar. Y es feo decirlo, pero se debe a la mala cultura del deporte y al machismo.

¿Cómo fue tu trabajo ahora en Belice?

La experiencia fue demasiado bonita. Ya había participado en torneos internacionales, pero realizados acá en Nicaragua. El primero fue el  Torneo Latinoamericano Mini 3×3 que se hizo en Managua, donde tuve la oportunidad de arbitrar, pero ahora salí del país con los Juegos CODICADER.

Fue muy bonito poder compartir con otros árbitros que tienen más experiencia. Además pude conocer el país, fui a pasear, aprendí bastante e hice amistades.

También fue retador porque en Belice la gente habla en inglés y la mayor parte del tiempo me tenía que comunicar en inglés. Eran pocas las personas que hablaban español y durante la final masculina estuve con dos árbitros de Belice y solo uno de ellos entendía un poco el español.

¿Ahora que regresaste cuáles son tus metas?

Ahorita que tuve este pequeño vistazo de lo que realmente es un torneo internacional, la meta sigue siendo la misma, pero con más afán: certificarme como árbitra FIBA para ser árbitra internacional. Aún tengo tiempo porque la edad mínima para aplicar son 25 años, así que tengo cuatro años para seguirme preparando. 

También quiero ser la primera mujer FIBA en Nicaragua porque actualmente no contamos con árbitra FIBA mujer en el país. Yo ya cuento con la licencia FIBA en la mesa técnica como estadística, pero quiero conseguir la licencia internacional como árbitro.

Soy la primera árbitro de baloncesto en Masaya, hace poco contamos con otra muchacha, pero yo fui la primera. También soy la primera árbitro mujer en participar en torneos internacionales y salir del país para arbitrar. 

¿Cómo te sentís sobre ese logro?

Es algo que me llena de mucho orgullo y me hace sentir muy feliz. A pesar de todas los obstáculos que se presentan en el camino y los malos comentarios de las personas, los resultados siempre están. Tengo estas oportunidades tan maravillosas que son el fruto de la disciplina y el esfuerzo constante.

Casualmente el último comentario que recibí fue para el Torneo de Luisa Amanda In Memoriam, en el que uno de los entrenadores me dijo “vos no sabés pitar nada”. Cuando recibí la noticia de que iba a viajar a Belice solo pensé “estoy pitando bien y en otro país”, así que más bien me motivó.

¿A quiénes les dedicas tu trabajo?

Quisiera agradecer primeramente a Dios por que me ha dado las fuerzas y el valor para salir adelante; a Junior Arias por que ha sido quien desde el primer día me ha estado apoyando, quien me acercó al mundo del arbitraje y me ha brindado su ayuda incondicional en cada parte del camino.

También a Mauricio Castellón, quien me ha apoyado y me ha dado la confianza para seguir adelante y por quien estas hermosas oportunidades han sido una realidad; por supuesto a Maria Lourdes y Hernaldo Javier, mis padres, que me han brindado su apoyo incondicional en cada paso del camino; y por último a mi hermanita, quien ha sido un motor en mi vida.

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