Frente a la crisis sanitaria del coronavirus, Ortega ha quedado paralizado, refugiándose en su casa, por su ineptitud y desprecio por la vida de la gente al fomentar las grandes aglomeraciones.
El hecho que el régimen esté minimizando el coronavirus lo ha puesto en desacuerdo con la gran mayoría de la población. Algunas de las personas que han apoyado al régimen están desilusionados con él, y lo demuestran al no seguir las recomendaciones de asistir a los balnearios y mantenerse en casa.
Los expertos sanitarios coinciden que las medidas de limitar la circulación, ejercer el distanciamiento físico, el uso de mascarillas de todas las personas y quedarse en casa son las medidas que ayudan a contener la explosión de casos positivos.
Una cuestión que preocupa es el personal sanitario, debido a que carecen de los recursos básicos para su protección para evitar contagiarse, como mascarillas, guantes, batas protectoras, alcohol gel, etcétera.
Las proyecciones de los especialistas prevén que las infecciones del virus alcanzaran su máximo a finales de abril o principios de mayo. Es decir, las próximas cuatro semanas serán cruciales para determinar el impacto del coronavirus en Nicaragua.
De acuerdo con los expertos en salud, el ciclo de la pandemia entra con fuerza en su espiral ascendente con impactos negativo de proporciones incalculables, además del impacto en la economía. Factores que profundizan más la crisis de gobernabilidad en Nicaragua.
Si te interesa: La peste y el universo paralelo llamado Nicaragua
El coronavirus se va a combinar con la realidad de las enfermedades crónicas y descontroladas históricamente desatendidas y descontroladas que padece la población más vulnerable: hipertensión, diabetes, insuficiencia renal, neumonía clásica, etcétera.
La gran mayoría de la rechaza la opacidad en la gestión de la crisis sanitaria. Sin embargo, es poco probable que Ortega-Murillo acceda a los crecientes llamados de transparencia de parte de la sociedad civil, de la iglesia católica y de organismos internacionales. La directora de la OPS declaró que las medidas del gobierno son inadecuadas para la prevención y control del coronavirus.
Existe una creciente desconexión entre los ciudadanos y el régimen Ortega-Murillo, caracterizada por una caída en los niveles de confianza y la cada vez menor satisfacción con los servicios públicos claves, como la salud, que debilita el contrato social existente en Nicaragua. El régimen demuestra, cada día, no entender la magnitud de las cinco crisis simultáneas: sanitaria, económica, social, política e internacional que vive el país.
El 60 por ciento de la población viven en la pobreza, tienen una edad biológica que no se corresponde con el tiempo real de vida, sus cuerpos han envejecidos, producto del hambre, la mala alimentación, las enfermedades y las condiciones sanitarias en las que viven. Un cuerpo desnutrido es campo fértil para el virus.
El régimen tiene la obligación de cambiar su desdén hacia el coronavirus o se arriesga a lo obliguen a dejar el cargo antes de concluir el 2020. Es un régimen que ha cometido muchos errores y está creando un desastre por no imponer restricciones para contener la propagación del virus.
Cada día se hace evidente la gestión desastrosa y mortífera de la pandemia del coronavirus por parte de las autoridades. El pueblo nicaragüense podría perder la paciencia con el régimen, pedir su destitución y requerir la conformación de un gobierno de transición.
El régimen Ortega-Murillo no se cansa de equivocarse. En un país sin dirección correcta para enfrentar la pandemia se hace necesario un gobierno eficiente, la confianza pública es crucial para combatir el coronavirus. La OMS ha recomendado la necesidad de un plan para prepararse para lo peor y que sea del conocimiento de la población.
También puedes leer: A dos años de la insurreción de abril en 2018, nos enfrentamos a una nueva crisis
¿Qué acciones ha tomado el régimen Ortega-Murillo? 1) Minimizar el peligro y crear una falsa expectativa de control. 2) Mentir, al afirmar que el gobierno dispone de todos los recursos necesarios. 3) Aprovechar de la coyuntura para pedir dinero a los organismos internacionales. 4) Mantener la represión contra los ciudadanos, personal de salud y periodistas que ha dicho la verdad sobre los riesgos reales del coronavirus. 5) Rechaza que la información veraz y creíble cumple un papel como una barrera a la enfermedad. 6) Obligar al personal sanitario a no registrar los decesos como consecuencia del coronavirus.
Hay que evitar que la mala gestión de la pandemia arrase a Nicaragua. Hay visualizar la conformación de un gobierno de transición para implementar y ejecutar un plan de emergencia nacional.
Las próximas semanas van a ser duras, lo sabemos y lo hemos visto con las cloacas de la corrupción y de la ineptitud que al final se han destapado. Las cloacas nos indignan, pero no nos sorprenden. Lo que más indigna es el silencio atronador de algunos dirigentes del gran capital y de los políticos tradicionales.
Algunos pretenden convencer a la gente de que en política todos somos iguales, pero no es cierto. Quizás hayamos cometido errores, pero somos transparentes. Luchamos por cambiar las reglas de juego y sabemos de dónde venimos. Precisamente por eso queremos decir a los corruptos e incapaces que sabemos resistir, porque peleamos cada uno de los derechos y libertades que hemos conquistado. No tenemos nada que esconder y no tenemos miedo ni nada que perder.
Más temprano que tarde, saldremos de la crisis sanitaria, pero la dictadura Ortega-Murillo no tiene curación porque ya había fenecido en abril 2018, mucho antes de la pandemia. Nunca podemos olvidar que la lógica y la actuación del régimen Ortega-Murillo es: ¡Conservar el poder por el poder: sin escrúpulos! No les importa el número de muertos.