Vencer la precariedad de los cuidados y la exclusión, son parte de las luchas permanentes de la cooperativa de trabajo La Comala, una iniciativa que este 17 de diciembre llega a 5 años de existir. Un recorrido que iniciaron cinco mujeres de distintas nacionalidades de América y que en la actualidad lo conforman 18 mujeres migrantes radicadas en Madrid, España.

«Una alternativa de empleo propio en condiciones dignas», es el mayor logro que han alcanzado estas mujeres en estos cinco años, en los cuales han tenido altos y bajos pero que se sostienen por las redes de apoyo que constituyen entre ellas mismas.

 “Es un desafío muy grande intentar cambiar este mundo que no nos gusta. Generando alternativas que tenga que ver con el cuidado en el centro de la vida, que tenga que ver con dignificar el trabajo del hogar y los cuidados, que tenga que ver con gestionar tiempo, sentimientos frustraciones, alegrías, recursos todo esto para un objetivo común, que es crecer mucho”, dice Mercedes Rodríguez socia de La Comala.

Hace once años, Jamileth Chavarría dejó su natal Bocana de Paiwás, en el Caribe Sur de Nicaragua para vivir en España, ha experimentado la precariedad laboral en las que están sumergidas muchas migrantes y por ello es que decidió unirse con otras mujeres para que ser dueñas de su tiempo, garantizar un salario decente y que les respeten las normativas laborales.

«Una  de las cosas que nos preocupaba más era la discriminación por edad. Porque después de los 45 años ya te dicen que estás vieja, no te dan mucha oferta de trabajo a como cuando sos más joven.Entonces empezamos tres (con la cooperativa). En 2018, solo teníamos una alta en la seguridad social, fuimos avanzando y con la pandemia decidimos no parar, resistimos esos dos años y eramos 5 compañeras.Ya este año y el pasado, fuimos sumando. Este año entramos con 7 y ahora llevamos 18 altas en la seguridad social, hemos duplicado», detalla Chavarría quien es socia fundadora de La Comala.

Ella en Nicaragua trabajó en Nicaragua en temas de cooperativismo, por ello empezar esta línea en España no ha sido tan complicado, pero sabe que el compromiso que se adquiere con este tipo de organizaciones es necesario la preparación del personal para ofrecer los servicios de atención y cuidados, limpiezas y otras necesidades propias del sector. Por ello es que todas las mujeres que conforman La Comala, cuentan con certificados de profesionalidad para dichas labores.

«Aveces decimos cinco años ya hemos caminado juntas, caminar en medio de todas cosas que no nos gusta, intentando comunicar, recrearlas ,aprender, dialogar. Vamos poco como hormiguitas. Una a una, desde sus espacios desde su lugar desde sus posibilidades como aquí estamos porque te anima y te hace sentir parte de un grupo, una colectiva, una cooperativa. Lo importante es trabajar, sostenernos y generar alternativas», relata Rodríguez.

Esto sin dejar de mencionar que la mayoría de las mujeres migrantes tienen formación profesional en distintas ramas en sus países de origen, cuyos conocimientos son aplicados en su día a día.

Socias de La Comala están en constante capacitación para ser competitivas en el sector que se desarrollan. Foto:Cortesía

«Cuando venimos de nuestros países la gran mayoría de las mujeres tiene una carrera profesional, porque de la noche a la mañana te metés a una casa y sos nadie, entonces el ser una cooperativista, cooperativizar el trabajo, poner en retórica laboral y todo lo que sabemos hacer, te eleva el autoestima, te da ganas de salir adelante y te da la posibilidad de hablar en primera persona porque al contrario solo somos una mano de obra barata. Si existen derechos, salario mínimo interprofesional, pero porque no podemos apostar a un salario deseado. Acaso que los cuidados no son tan importante como una carrera profesional. Somos profesionales del cuidado», enfatizó Chavarría.

También cuestionó la falta de compromiso del Estado español en ejecutar la ley de dependencia para las personas jubiladas que necesitan de cuidados y cuyos ingresos son bajos lo cual nos les permite pagar los servicios de atención por su propia cuenta.

«Qué pasa cuando hay personas de este tipo que necesitan cuidado, nosotras podemos bajar el costo, pero no podemos hacer la caridad porque somos una cooperativa que tiene responsabilidades con nuestras propias vidas, con la seguridad social, todo lo que te obliga el régimen general. También tenemos responsabilidad civil. Todo en regla. Si existe una ley de dependencia y funciona tiene que contratarnos a las personas de atención a domicilio porque se abaratan costos, no tenemos intermediarios. Nosotras queremos ver a dónde va cada céntimo que aportamos a este país», destacó Chavarría.

Las mujeres de la Comala, mantienen en constantes capacitaciones en temas derechos labores, economía social, feminismo y cursos propios de las funciones laborales que ejercen, porque son conscientes que para ser competitivas tienen que cumplir una serie de requisitos.

En cinco años han alcanzado mucho, pero no lo suficiente. Por ello esperan a corto plazo crecer en socias, digitalizar los procedimientos que tienen que registrar por ley y ampliar la presencia en otras partes de España. El fin, dignificar las labores de los cuidados.

Las mismas socias son las redes de apoyo para sobreponerse a los retos que les supone la cooperativización. Foto: Cortesía

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