En esta ocasión tuvimos la oportunidad de conversar con el joven exiliado “Miranda” o mejor conocido como “Anarcopanda”, investigador y activista. Conversamos acerca del escenario político en Nicaragua, el rol de los partidos políticos y los retos para la juventud nicaragüense en materia política.
Miranda es investigador en temas como Introducción al Anarquismo, Arte y Política y otros temas sociopolíticos y colabora en espacios de comunicación como HoraCero.
¿Qué rescatas del proceso que inició en abril de 2018?
Fue un momento en que nos hicimos preguntas que tal vez nunca vamos a poder responder, pero el poder cuestionar y que se abrieran posibilidades para experimentar políticamente, fracasar políticamente, conocernos entre diferentes personas, eso fue lindísimo.
Gente que nunca nos habíamos visto las caras, pero cuando estábamos fuera, fue una manera de relacionarse totalmente diferente y eso nadie me lo quita, las nuevas amistades que hicimos no te las pueden quitar, hay un dicho: “tal vez la revolución son los amigos que hacemos en el camino” .
Las ideas no se pueden echar presas y estas relaciones que quedan nos sorprenden bastante, pero hay que reconocer que nuestro repertorio de acción también fue más sofisticado, ocupación de universidades, barricadas, tranques, Masaya autónoma, los centros de acopio, redes de apoyo mutuo, grupos de afinidad, grupos de casas seguras, todo esto fue una expresión de política orgánica, de abajo hacia arriba y a muchos nos sorprendió, por eso yo celebro bastante los primeros meses porque nos dimos cuenta del potencial que tenemos como agentes, jóvenes, pueblo de organizarnos de manera sofisticada, fuera de cómo lo articulan los poderes tradicionales.
Ninguno de nosotros tenía manuales de la CIA sobre como montar centros de acopio, en un fin de semana media Nicaragua aprendió sobre muchas cosas y eso no lo entienden los grupos de poder e intentan decir que somos marionetas de otros grupos.
¿Qué te viene a la cabeza cuando escuchas la expresión “Nueva Nicaragua”?
Suena como si fuera “próximamente, la nueva Nicaragua”, como si fuera una película, una promoción de marketing o un nuevo Hilux que va a venir y no lo puedo pensar fuera de esa lógica como de marketing y de propaganda.
Me perturba el binario que existe entre la vieja y la nueva Nicaragua y perdemos enfoque en el presente, pero tampoco estamos pensando radicalmente qué significa ser nicaragüense. La nueva Nicaragua suena a un futuro que se nos promete, algo que siempre va a estar lejos de nosotros y hay que comenzar a pensar en procesos.
La nueva Nicaragua es una línea que trazamos en el presente, no es algo que se vota ni que alguien te promete, es algo que hay que construir a como construimos las barricadas en abril. Hay que saber también quienes promueven eso y bajo qué interés político lo hacen y si realmente hay alguna diferencia entre la vieja y la nueva Nicaragua.
Estamos quitando el telón a este discurso y estamos viendo que no hay cambios radicales de base. El término “Nueva Nicaragua” es suficientemente ambiguo para que todo mundo tenga su propia definición de lo que es una nueva Nicaragua.
¿Consideras que hay una batalla de poderes entre activistas jóvenes y veteranos?
Desde el contexto histórico, hay una diferencia generacional entre nosotros y nuestros padres, precisamente porque Nicaragua ha pasado por distintas convulsiones históricas, entonces claramente habrá vacíos entre generaciones.
La generación de los ochenta tiene una formación diferente a la de estos activistas nuevos de los noventa, nuestra crítica es diferente, los textos que estamos leyendo son diferentes, nuestra experiencia de la realidad nicaragüense es muy diferente y nuestra generación se relaciona de forma diferente con la tecnología, con el trabajo, la renta, el precio de la comida, la violencia, el crimen y basándonos en esto, existe una diferencia generacional. Lo preocupante es que la generación más veterana continúe replicando este sentimiento paternalista de que son nuestros superiores, pero hay que tener ese diálogo generacional para reconocernos como diferentes y para ver lo que tenemos en común.
¿Cómo se reflejan estas diferencias en los espacios?
Empiezan a decir que somos mimados o “la generación de cristal” y que nos ofendemos por todo, ahí hay una tensión. Esta generación veterana no sabe articular cómo hacemos política nosotros.
Si no jugamos al juego que ellos quieren que juguemos, somos inferiores; esto preocupa, la tensión, distancia y la idea de que son vacas sagradas, que no se pueden criticar y no se tocan. Ellos tienen que reconocer que están desubicados y abrir espacios de participación honesta y auténtica con otras generaciones que viven una Nicaragua muy diferente a la que ellos viven. Tenemos que reconocernos como iguales, hay que saber que nuestras propuestas son interesantes y entender que somos un país increíblemente joven.
¿Qué rol han desempeñado los partidos políticos en la escena política nicaragüense?
Hay que entender a los partidos políticos dentro de esta lógica caudillista, clientelista, de mercadeo, no se piensa de que no hay mucha diferencia entre estos concursos de Miss Nicaragua y los partidos políticos.
La lógica es igual en el sentido de que pasivamente nosotros consumimos todo lo que está sucediendo y tomamos una decisión o un voto y que toda nuestra participación política se reduce a cada 5 años en un día.
También entender a los partidos políticos dentro de un país como Nicaragua, la lógica electoral para muchas jóvenes nunca ha existido porque nunca tuvimos esperanza en eso, nunca vimos eso como una posibilidad honesta para participar porque ya la estructura en sí estaba completamente en fraude.
¿Qué reflexiones te deja el escenario político para los jóvenes en Nicaragua?
No puedo pensar en Nicaragua como un caso aislado, no se puede separar de lo que está pasando en toda Latinoamérica con toda esta histórica protesta global en contra de poderes corruptos e ilegítimos, poderes extremadamente violentos y militares.
Hay que poner atención al tipo de protesta y movimiento que está surgiendo a nivel global y entender a Nicaragua en eso. Globalmente los jóvenes se están apuntando a este cambio radical porque la manera de hacer política tradicional no funciona y los adultos ven esto y le tienen miedo, notan esta diferencia y quiere adaptarse para cooptar el poder, de repente van a decir que fueron los adultos quienes iniciaron la Rebelión de Abril, como vemos con el PLC.
Hay que analizar eso, estudiar las decisiones que se tomaron en el pasado y hacer algo decente pero aventurarse a reconocer que la historia no es algo que nos sucede, es algo de lo que nosotros somos participantes activos y tenemos el poder de cambiar las cosas.