De tres a cuatro personas se han apiñado en un cuarto donde maximizan el espacio con divisiones de una casa: cocina, comedor, sala; todo debe caber. En ese terreno esquinero en un barrio de Managua viven cuatro familias, 19 personas en total. Son hermanas, sobrinos, tíos, cuñadas y la matriarca, doña Rosa Berríos. Ante la pandemia del covid-19 todos se han puesto de acuerdo en que el lavado de manos es un nuevo rito familiar, pero, en realidad, hay un grupo que está consciente de la enfermedad, y otro escéptico.
Doña Rosa cree que viven un poco hacinados, aunque cada núcleo familiar tenga su propio espacio, este no es una casa. Esa realidad la enfrentan 14 de cada cien hogares nicaragüenses, que se acomodan en el fondo del terreno heredado de sus padres, en pequeños cuartos. Juntos, pero no revueltos es el dicho. Si bien es cierto el hacinamiento no es un problema exclusivo de Nicaragua, sino de América Latina, cuando una de las medidas para no contagiarse del nuevo coronavirus covid-19 se debe estar a 1.5 metros de distancia del otro, en un espacio reducido, se convierte en todo un desafío.
La prole de doña Rosa aun no se ha reunido a la mesa para conversar sobre el covid-19, pero ella se ha encargado de educar a las familias sobre el virus, principalmente porque deben velar por los hábitos de los niños.
Ella tiene 68 años, es parte del sector más vulnerable ante el virus, ha decidido no salir de la casa, cuando llega alguien al hogar no se debe dejar pasar y tampoco ellos-los familiares- se deben acercar mucho. Un hermano es el responsable de hacer las compras y la conexión con la calle la han intentado reducir. Sin embargo, aun no tienen un plan de emergencia, y tampoco saben que harían si alguno de los miembros se contagia de covid-19 porque lo primero que se preguntan es en qué cuarto se mantendría, ya que todos están ocupados.
De acuerdo con la Encuesta de Hogares para medir la pobreza en Nicaragua 2017, en términos de necesidades básicas, las principales debilidades que presentan los hogares nicaragüenses son la dependencia económica, el hacinamiento y la insuficiencia de servicios básicos. Todo esto los vulnera mucho más ante la pandemia. En el área urbana se considera que un hogar está hacinado cuando hay cuatro o más personas por cada dormitorio, en el área rural se considera que un hogar está hacinado cuando hay cinco o más personas por dormitorio.
Con base a este indicador de la Encuestra la familia Berríos vive en hacinamiento, y para doña Rosa es un hecho que esta condición los expone ante un mayor riesgo de contagio del virus. El sociólogo Cirilo Otero, explica que la sociedad nicaragüense por razones culturales tiene todo el peligro de una contaminación masiva por el nuevo coronavirus, principalmente, porque no hay mecanismos culturales de prevención.
Recordó que el hacinamiento no solo se vive en las casas, sino en los medios de transporte, en el que se sobrecarga la unidad y el usuario va colgado, exponiéndose al virus. A eso se suma una gran cantidad de personas que no tiene acceso a Internet, y no están informadas con datos reales, ya que en las redes sociales circula mucha información poco precisa.
Un especialista en epidemiología, quien solicitó omitir su identidad, explicó que el principio de prevención ante el virus es mantener el distanciamiento social y cuando se tiene a cinco personas cohabitando un espacio de 20 metros cuadrados se hace bastante dificil.
Dichas condiciones los ponen en riesgo, por ende, las personas deben de tomar las medidas básicas de prevención, como el mismo distanciamiento social, el lavado de manos cada vez que salen a la calle o entran en contacto con cosas comunes, por ejemplo, los picaportes de las puertas, interruptores de luces; estas acciones disminuiría el riesgo ante el virus porque corta el mecanismo de transmisión, pero enfatiza que debe ser implementada por todos los miembros de la casa.
Para el especialista en salud pública, Alejandro Lagos, la única forma que se puede contaminar una familia en hacinamiento es que haya un caso confirmado, pero este no se puede quedar en casa, sino que debe llevarse al hospital para ser atendido porque podría agravarse.
Otros especialistas han recomendado que una persona joven con covid-19 positivo, pero sin padecimientos crónicos puede quedarse en casa aislada de los demás, pero en una familia tan grande como la de doña Rosa en un espacio pequeño, es casi imposible. Tenemos un patio, dice a manera de sugerencia. Por ahora tendrá que esperar.
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