El régimen de Daniel Ortega sigue aplicando tortura, tratos crueles y degradantes desde la crisis de 2018 y «continúa en tiempos de pandemia”, lamentó, Carolina Jiménez, directora de investigación para Amnistía Internacional.
Jiménez precisó que todos estos no pueden estar en la impunidad por siempre porque en el Derecho internacional existe una prohibición absoluta de la tortura.
“Es una norma que no admite excepción (…) la tortura no prescribe quiere decir que no importa el momento en que fue ejercida, la responsabilidad penal sobre quien la cometió, no desaparece (…) la justicia quizás no llega en los tiempos políticos, pero llega”, explicó.
El Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca + en Costa Rica, realizó el foro «La Tortura: Un crimen permanente en Nicaragua» en el que participó Jiménez, quien refirió que la tortura “no cesó con el fin de la operación limpieza en Nicaragua”.
Teresa Fernández de la Organización Mundial de la Tortura (OMCT), por su parte expuso sobre la importancia de acudir a los distintos órganos internacionales en busca de justicia. Más cuando se tratan casos de tortura. Aseguró que, para hacerlo, había que tenerse claro el concepto de este delito.
“Esta debe entenderse como dolores o sufrimientos graves, sean físicos o mentales, infligidos intencionalmente con el propósito específico de obtener una información o confesión, castigar, intimidar, coaccionar, discriminar y por supuesto debe ser realizada por un funcionario público, a instigación suya o con consentimiento o aquiescencia”, puntualizó.
Además explicó que el Estado de Nicaragua no ha sido transparente en cuanto a sus obligaciones con el Comité Contra la Tortura, “nunca supo responder sobre qué estaba haciendo para evitar la tortura en su país… no hasta un hace un año, que empezó a presentar todos los informes que tenía pendientes desde el 2008”.
Fernández enfatizó en que la buena noticia es que la sociedad civil puede presentar informes para contrastar la información del Estado porque muchas veces lo que presenten es falsa o está tergiversada.
“La tortura destruye la identidad”
Una de las ponencias fue la de Marta María blandón del Colectivo, quien desarrolló el tema de las secuelas psicológicas de la tortura. “Esta es la parte más difícil, el objetivo de la de la tortura es dejar vacía a las víctimas, dejarlas sometidas… no podemos decir que las secuelas van a ser iguales en unos y en otros, va a depender del tipo de tortura recibida, el tiempo de la tortura, y las características de la persona. (…) la tortura destruye la identidad”, precisó.
Blandón reconoció la importancia de las organizaciones de derechos humanos que son las voces de las víctimas, para que tanto sufrimiento no quede en la impunidad.
Lulio Montenegro del Colectivo, de igual forma, en su exposición hizo énfasis en casos de tortura que ellos han documentado como el de Bayron Estrada quien contó su experiencia personal en el foro.
Montenegro además abordó la situación de vulnerabilidad de las personas privadas de libertad y los presos políticos que son torturados en las celdas y se encuentran en peligro de muerte ante la falta de medidas preventivas por el Estado en tiempos de pandemia.
“Nosotros seguiremos documentando. En Nicaragua habrá justicia, ninguna dictadura ha perdurado para siempre, nosotros como Colectivo de Derechos Humanos no solo sistematizamos la información, sino que hacemos acciones de incidencia a nivel internacional. La presión internacional cuando no hay justicia interna es vital”, concluyó el defensor.