Mi nombre es Erick García, jinotepino, nicaragüense, y en estos momentos al otro lado del charco soy solicitante de asilo en España, pero esa es otra historia, porque ahora por cosas del destino miles de nicas (al igual que los españoles) nos hemos encontrado en primera línea con la desgracia del momento: el Covid-19.
Esa pandemia que trae olor a muerte, que como un ladrón invisible amenaza con arrebatarnos lo más preciado: la vida. Hasta la fecha son más de 24 días, más de tres semanas de cuarentena absoluta las que lleva el país en el que me encuentro, a causa del coronavirus. La vida de todos, los que la padecemos se resumió a lo básico y elemental, quedarte en casa, evitar a toda costa ser contagiado.
Mi realidad en España
Mi rutina en estas tres semanas, ha sido un monólogo: despertarme, he inmediatamente buscar el celular y monitorear los últimos datos del covid-19 en España, en Nicaragua y le resto del mundo. Por lo general, las cifras son alarmantes, cada mañana es más decepcionante que la anterior (con pequeñas excepciones): aumentan los contagiados, aumentan los fallecidos, el virus no cede.
La conclusión es la misma, por la seguridad del país, del mundo, la cuarentena continua, y con ella las medidas más extremas. Día a día, noticieros y diarios españoles nos informan de cientos de fallecidos en las últimas horas, de miles de personas que no resistieron y se suman a larga lista de víctimas mortales; entre ellos adultos mayores, gente que debía disfrutar de su vejez, de su jubilación y que de un momento a otro terminaron en crematorios, en cenizas por una pandemia que tiene al mundo de rodillas.
Pero hay casos excepcionales en las que un miembro de la casa puede salir por momentos de esa cuarentena, y es en busca de alimentos. Eso es como salir a un campo de guerra, donde hay minas explosivas, el virus es invisible, intangible, he igual te puede quitar la vida. El miedo se siente en el ambiente; caminas de prisa tratando de llegar a tu destino y regresar sin demora; sin cambiar de destino; tomando todas la medidas de precaución.
Esporádicamente te encuentras a otro habitante de la ciudad que con absoluta razón te esquiva e igual pasa de prisa. No es paranoía. No es un cuento. España no exagera, ya son más de 13,341 personas las que a cobrado la pandemia y más de 130,000 contagiados. El gobierno español en una actuación responsable ordenó cerrar instituciones, empresas, negocios, hace todo lo posible por evitar que el virus se continúe propagando, pues de otra forma: ¿Qué es un gobierno sin personas a quien gobernar? Es una respuesta lógica ante una pandemia que hasta el día de hoy no se le ha encontrado cura.
La otra realidad en Nicaragua
Continuo revisando las redes sociales, medios digitales, pendiente de todo lo que pasa en mi país y continua mi decepción, en este caso no es por el número de fallecidos, si no por el desinterés de la dictadura que contrarió las medidas de prevención que toman los gobiernos democráticos del mundo.
La dictadura ignora, falsea, minimiza, oculta la gravedad de las circunstancias hace lo simple, lo tonto como una persona que está a punto de ser envestida por un toro: ‘cerrar los ojos’. Es la brillante idea que se lo ocurrió a la vice dictadora, Rosario Murillo: hacer como que no pasa nada, ordenar marchas, conciertos, ferias, bailatones, mientras llega el desastre. Mientras explota la bomba que en un país con uno de los sistemas sanitarios mas deplorables del mundo, causaría miles de perdidas humanas.
Cuesta pensar que exista tal grado de irresponsabilidad en un ser humano y más aún cuando diriges la vida de millones de habitantes, pero luego se me viene a la memoria que no son seres racionales; que fueron los mismos personajes que bailaron sobre los cadáveres de cientos de niños y jóvenes asesinados por pensar distinto; que fueron los mismos que ordenaron cerrar los hospitales y negar la atención médica a personas que ellos mismos habían herido de bala; que fueron los mismos que separaron a miles de familias enviándolos al exilio; que son los mismos que ordenaron ‘Vamos con todo’… entonces todo tiene sentido.
Nicaragua esta secuestrada por psicópatas que no tienen el mínimo interés de detener el contagio y la propagación del virus, pues están claros que el pueblo en su gran mayoría es opositores y estos serian los primeros en pagar las consecuencias en la mente maquiavélica de Murillo seguramente se fórmula la frase: “¿será justicia divina?”.
Por eso, como en abril de 2018, esta es una lucha que ganaremos unidos. Miren ejemplos de grandes países, con grandes recursos económicos, están tomando el covid 19 con la seriedad que se merece, pues más que dinero lo que se perderan, serán miles o millones de vidas dependiendo la importancia que se le tome a la misma.
Hermanos nicaragüenses, los que están claros de la gravedad y los que aún dudan, miren espejos. Donde estoy nadie lo esperaba, nadie lo imaginaba, todos estábamos con nuestras vidas normales. Envueltos en lo cotidiano, las noticias llegaban esporádicamente en las redes sobre una nueva enfermedad, un virus que amenazaba con causar desastres. Hoy este país se lamenta no haber implementado a tiempo los protocolos de seguridad necesarios en estos casos.
Los días que tardaron en cerrar fronteras, parar comercio, ordenar cuarentena, refugirse en la seguridad de sus hogares, pudieron significar la salvación de miles de vidas que ahora son cifras de víctimas mortales.
Quédate en casa, si no trabajas no comes, pero si no te cuidas, recorda que los muertos ni trabajan ni momen.
¡¡¡Viva Nicaragua pronto libre!!!
Salamanca 06 de Abril del 2020
*Las opiniones son exclusivas del autor.