La inmensa mayoría de las familias nicaragüenses se encuentra pasando el Niágara en taburete, como resultado de la crisis económica.

Unos viven la zozobra del desempleo y del subempleo. No tienen trabajo. Y no hay trabajo, por causa del aferramiento de Ortega al poder. Otras familias pasan de aflicción en aflicción porque los salarios no alcanzan para cubrir los gastos básicos del hogar. Otros viven con el bendito en los labios por el temor a perder el trabajo. Los empresarios, de todo tamaño, se las ven de a palito para pagar la planilla, pagar las deudas, conseguir crédito, lidiar con los costos de la energía y el aumento de las materias primas y de los insumos para producir, además de cargar con la seguridad social y los impuestos y sufrir, por encima, el acoso de la dirección de ingresos.

En fin, todos, o casi todos, los nicaragüenses padecemos el impacto de la crisis económica ocasionada por la permanencia de Ortega en el poder.

Y decimos casi todos, porque la camarilla gobernante sigue enriqueciéndose a costillas del pueblo. La fortuna de Ortega creció en el 2018, en plena crisis, en más de 230 millones de dólares. Parece increíble pero está documentado. Y está documentado también, y es público, que las compras de medicinas del ministerio de salud sirven para engordar los bolsillos de los caporales del régimen. Y así por el estilo.

En estas condiciones de crisis económica y penurias para la población, a Ortega se le antojó realizar su repliegue en un día de actividad comercial, en un día de actividad para empresarios, profesionales, bancos, consultorios, comerciantes. Un día de movimiento que la gente utiliza para múltiples actividades. Pero a Ortega eso no le importa. Paralizó la principal ruta del país, donde se concentran centenares de negocios, de todo tipo y de todo tamaño.

¿Por qué realizó su repliegue en día sábado y no lo realizó el domingo? Ya sabemos que la fecha es lo de menos porque la cambia a su gusto y antojo.

¿Por qué lo hizo?
Lo hizo porque le tienen sin cuidado los pobres. Le tienen sin cuidado los trabajadores. Le tienen sin cuidado los trabajadores por cuenta propia. Le tienen sin cuidado los empresarios, independientemente de su tamaño. Le tienen sin cuidado los desempleados.

¿Cuánto daño económico, cuántos estómagos vacíos produjo el antojo de Ortega? ¿Cuántas empresas, cuántos comerciantes, cuántos nicaragüenses salieron perjudicados por el capricho del monarca?

Y todavía tiene la cáscara de hablar de trabajo digno.

Y a propósito del Repliegue, hay otros ángulos que debemos examinar.

La dictadura de Ortega ha vaciado de todo contenido épico el episodio del Repliegue, que algún día tuvo. Aunque, desde siempre, fue una celebración sandinista. Es decir, una celebración que dividía el país. Unos a favor, otros en contra. Pero en el presente, se transfiguró en una pantomima.

Ortega, que primero marchaba a pie, después una parte a pie y otra en vehículo, más tarde hacía todo el recorrido en su Mercedes Benz blindado, ahora viaja en un autobús de dos pisos, flanqueado por centenares de custodios en vehículos y a pie.

Y la caravana ahora es en carro. Se acabaron los mengalos de a pie. Para el que no tiene carro, no hay repliegue.

Ninguno de los protagonistas de junio de 1979 estuvo presente. Para esas fechas, Ortega estaba a buen recaudo en su refugio en Costa Rica.

Ortega altera la fecha, altera la ruta y esta vez, ni siquiera entró a Masaya. Menos a Monimbó. Sin tranques y sin movilizaciones el monarca no se atrevió a pisar una cuadra de la combativa ciudad.

Y esto, que solamente amenazaron con no abrir sus puertas. Si Ortega se llena la boca hablando del pueblo ¿dónde está ese pueblo? ¿De qué lado está el pueblo?

Sin duda el repliegue de Ortega, fue, a la vez, que un repliegue del monarca, una victoria política del pueblo de Masaya, que, al fin y al cabo, es también una victoria política del pueblo nicaragüense.

Finalmente, aunque duela, aunque nos duela, hay que decirlo. Hacia el futuro, en la Nicaragua que vamos a construir, ninguna conmemoración, ninguna fecha de carácter partidario, debe ser impuesta a los nicaragüenses como una celebración nacional. Cada familia, cada grupo, tiene y tendrá el derecho a sus propias efemérides o celebraciones. Pero no tiene el derecho a imponerla como una conmemoración nacional. Y aunque esta afirmación desagrade a algunos, el repliegue, seamos claros, no es una conmemoración nacional.

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La Lupa Nicaragua