Seis femicidios reportan las organizaciones de mujeres durante los primeros días de enero de 2020. Los hechos han alarmado a la ciudadanía pues cada año las cifras se han incrementado, en especial cuando en Nicaragua se vive una crisis socipolítica en la que la Policía Orteguista (PO) esta orientada a reprimir ciudadanos opositores en lugar de prevenir la delincuencia y resguardar a la población.
En este texto respondemos algunas de las preguntas que nos hacemos con cada nuevo hecho de violencia de género. ¿Es el femicidio un crimen por convicción en el que «el agresor aplica la violencia para mantener el comportamiento de la mujer dentro de unos parámetros que responden, exclusivamente, a la voluntad del hombre«?
El femicidio es la expresión máxima de la violencia contra las mujeres y para el agresor «representa el fracaso para someterla. Lo que prefería el violento, antes de matarla, sería continuar ejerciendo su tiranía y tortura sobre la mujer durante toda la vida. El agresor llega hasta el femicidio porque la mujer quiere ser libre».
La psicóloga Lorna Norori del Movimiento contra el abuso sexual, y Mirna Blandón del Movimiento Feminista de Nicaragua nos dan repuestas a estas tres grandes interrogantes en torno a este crimen que en Nicaragua no respeta ni edad, ni color, ni religión por sobre la vida y los cuerpos de las mujeres.
¿Por qué las matan?
LN: Los hombres matan fundamentalmente por una condición de poder. Ellos asumen que esta mujer es de su propiedad, es un objeto, ni siquiera la reconocen como persona. Asumen que si ella no esta obedeciendo y sometiéndose para demostrarle hasta donde llega el ejercicio de poder, de control que tienen sobre ella, la van a golpear y la pueden matar.
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MB: Las matan por odio, en algunos casos, por poder, por el control que derivado de ese poder, ejercen sobre las mujeres. Matan porque odian a las mujeres, porque tienen poder, porque las relaciones de poder le facultan para dominar y controlar el mundo de las mujeres en la casa, en la cama, en la calle, se sienten apermisados, y mientras exista una educación sexista no inclusiva de género que fomente un lenguaje único y unos valores entre comillas bajo la moral y las buenas costumbres estos hombres no van a bajarse una rayita de poder.
¿Es posible detectar a un femicida?
LN: Si. Con las condiciones, la forma en que ejerce el control, la manera en que va sometiendo a una mujer. Lo que pasa es que para una mujer es bien difícil poderlo identificar porque al inicio la mujer entiende que si la cela es porque la quiere, que si la somete es porque él manda porque es el hombre, pero además de eso piensa que si la golpea fue su culpa, y cuando le pide perdón le reafirma es tu culpa.
MB: Un femicida se puede disfrazar y usar máscara. Nadie anda con un rótulo de los hombres; soy un femicida, odio a las mujeres, no lo dicen expresamente. Ellos disfrazan y usan sus máscara de bueno, bondadoso, benevolo, amoroso son estrategias mediante la cual controlan la vida de las mujeres. Ese concepto de amor incondicional y esa concepción de qué hasta la muerte nos separe nos ha hecho un daño terrible. El rótulo no se anda. El problema es cómo identificamos nosotras las mujeres esas señales. No es fácil identificarlo cuando no tenemos todos los recursos cuando las mujeres no están empoderada sobre los derechos.
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¿Un femicida nace o se construye?
LN: No lo traen por herencia, no es de naturaleza que los hombres maten a sus parejas. Los hombres en realidad, el femicida es femicida cuando va teniendo toda una formación basada en el ejercicio de poder, cuando asume que él como hombre tiene el derecho de controlar, dominar y que a partir de eso la mujer solo tiene que someterse, obedecer y callar.
Es el apredizaje del poder. Él va aprendiendo que esa es la forma adecuada en que debe ser hombres y mostrarse como hombre y que igualmente que la vida de la mujer es menospreciada. Desde muy temprana edad, él aprende que las mujeres valen menos.
MB: Esas relaciones de poder estan marcadas no solo por lo económico sino también por esos mandatos sociales, culturales que desde las leyes, las políticas se le atribuyen y facultan a los hombres: ellos son los más fuertes, los del espacio público, ellos mandan. Ese mandato ha sido reforzado en las escuelas y las religiones mismas. Los hombres aprendieron, fueron educados para tener poder, poder en el espacio público, privado, en la casa, en lo doméstico, tanto así que en los hogares los hombres son servidos y las mujeres sirven. La educación fomenta la discriminación a las mujeres. El femicida se va cnstruyendo en la medida que stos mandatos sociales se van acrecentando.
Maryorit Guevara
Periodista Feminista
Fundadora y directora de www.lalupa.press
Fundadora y presidenta del Movimiento de Mujeres Migrantes (España)
Fundadora y activista en @elblogdetumadre
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