Todos los gobiernos han recurridos a las creencias religiosas para ganar simpatizantes, coinciden sociólogas, analistas políticos, teólogas y sacerdotes, sin embargo resaltan que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, más allá de repartir los recursos del Estado para "comprar conciencias", se ha caracterizado por la utilización discursiva de las creencias y símbolos religiosos hasta mostrarse como unos "grandes conversos".