Como aquel 19 de Septiembre de 2018, la escena se volvió a repetir. Este lunes, Amaya Eva Coppens Zamora fue presentada como “terrorista” por llevar agua al sediento. Todos vimos como los rayos del sol vislumbraban su rostro, esa sonrisa llena de esperanza, con la frente en alto, y aunque sus manos estaban atadas, su mirada gritaba libertad.
“Yo decidí quedarme porque si me iba los demás compañeros se iban a desmoralizar. Yo decidí luchar porque quiero un país libre”, dijo de manera contundente, hace dos meses, en una entrevista para La Lupa, ante su papel protagónico en el movimiento estudiantil.
Permaneció nueve meses en las celdas de la penitenciaría La Esperanza, hasta el once de junio, cuando junto a otros 56 presos políticos, fue excarcelada como ‘beneficio’ de una cuestionada Ley de Amnistía aprobada por la aplanadora orteguista en la Asamblea Nacional. Estaba fuera de las celda, pero siempre asediada y amenazada por mantener su lucha cívica contra la dictadura.
un Delito fabricado
El jueves 14 de noviembre, Amaya Eva Coppens se dirigió a Masaya junto a otros 15 activistas sociales a dejar agua a la Iglesia San Miguel Arcángel, donde aún se encuentran nueve madres en huelga de hambre por la liberación de los presos políticos, y el padre Edwin Román.
Sabían a lo que se enfrentarían. Varias decenas de efectivos policiales rodeaban los alrededores de la iglesia, para impedir el paso de aquellos, que se atrevieran a mostrar solidaridad donando agua y medicinas para las madres y el párroco.
Fiel a sus convicciones, decidieron entregar el agua a pesar del peligro, sin embargo, los policías los detuvieron. Tres días después, el Ministerio Público estaría acusándolos por el delito de portación ilegal y tenencia de armas de alto calibre. La institución ha sido señalada por organismos de derechos humanos nacionales e internacionales de ‘fabricar’ casos contra opositores al régimen de Ortega.
“Amaya está aislada, la golpearon, tiene moretones en su cuerpo, pero siempre está en pie de lucha. Nos entregaron una carta donde nos decían que no decaigamos. Nos han dicho que les llamemos: La banda de los aguadores”, explicó, Tamara Zamora, madre de Amaya.
Expulsada de la universidad
Coppens es conocida por su carisma, inteligencia, pero sobre todo por su entrega en la lucha cívica. La líder estudiantil cursaba su cuarto año de medicina en la UNAN-León cuando decidió liderar la demanda social, exigir el respeto a la universidad y el cese a la represión en abril de 2018.
Su valor, le valió que la Facultad de Medicina en la UNAN – León, una institución administrada por reconocidos militantes del partido de gobierno, la expulsaran de la carrera junto a sus compañeros, pero también la secuestraran y encarcelaran.
En otra entrevista con La Lupa, durante los cinco meses que estuvo fuera de las celdas, se lamentó de los más de 147 jóvenes que fueron expulsados de las diferentes universidades públicas por su participación en las protestas.
NO QUISO SALIR DE NICARAGUA
Aunque Coppens tiene también la nacionalidad belga, no quiso salir del país. Su padre, el belga Frederic Coppens, aseguró que incluso ante de ser prisionera del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, tuvo la posibilidad de viajar a Europa por su seguridad, pero ella se negó totalmente.
“Mi papá le dijo que se fuera, que iba agilizar el pasaporte belga para que pudiera irse, pero ella no quiso, se empeñó en seguir apoyando a sus compañeros en la lucha”, aseguró Diego Coppens, hermano de Amaya.
En septiembre realizó una gira por Europa para denunciar los atropellos del régimen y dar testimonio en primera persona de los abusos físicos y psicológicos al que eran sometidos los presos políticos, incluyéndola.
“Es impensable quedarnos callados, están pisoteando nuestros derechos humanos. En las cárceles le quitan la dignidad a las mujeres», expresó Coppens en una entrevista al diario El Mundo de España.
Las excarceladas políticas han denunciado en repetidas ocasiones las violaciones a los derechos humanos a las que son sometidas en las cárceles por parte de la policía orteguista. Amaya una vez más se enfrenta al monstruo.
otra vez Vestida de azul
“Amaya otra vez, vestida de azul. Amaya otra vez, llevada a prisión. Amaya otra vez golpeada por ser agua solidaria, luciérnaga de luz ”, dice la canción escrita por Luis Enrique Mejía Godoy, después de ver en los medios oficialistas, las imágenes en la que ha sido criminalizada incluso antes de poder demostrar su inocencia.
Otro diciembre en el encierro, una navidad sin sus seres queridos, en la que solo la acompaña su espíritu inquebrantable, esa fuerza que sale de su interior para seguir en pie, según cuentan sus amigos que se encuentran desesperados ante el hecho, pero se reconfortan en sus palabras: «Aquí no se rinde nadie. Nicaragua será libre, es inevitable y Ortega lo sabe”.
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