Recientemente recordaba ese sentimiento que tuve después de la represión de OcupaINSS en 2013, cuando Porfirio García el líder de la Unión Nacional del Adulto Mayor (UNAM) subía a una tarima con Ortega para aceptar la negociación de la pensión reducida a la vejez. El 23 de junio mientras se firmaban los estatutos de la Coalición Nacional solo pude comparar a esa misma sensación de estar frente a un momento de infamia.
Han sido dos años de vivir bajo un completo estado de sitio y a pesar de eso tratando de organizarnos, de construir una ruta para salir de esta dictadura. La Coalición Nacional parecía ser uno de o sino el único vehículo para lograrlo después de que el terrorismo de Estado aplastara la resistencia ciudadana. En enero celebramos con emoción pensando que podía ser una alternativa que representara verdaderamente las voces de abril, incluso un grupo de jóvenes levantamos la consigna “coalición sin corruptos” dejando nuestra postura sobre lo que estaba por construirse.
Pactos y el PLC
En la firma de estatutos de la Coalición la presencia del PLC nos fue de enorme desagrado y decepción a muchas personas, incluso cuestioné ¿qué hacía distinto el pacto Ortega-Alemán a la coalición naciente? Sabiendo además que el expresidente Arnoldo Alemán, quien todavía controla ese partido, en 2004 fue incluido por Transparencia Internacional como uno de los “líderes políticos” más deshonestos del mundo de los últimos 20 años.
Claramente se puede entender que las condiciones históricas en que se dan ambos hechos son completamente diferentes, sin embargo la frase “coalición sin exclusión” no se debería de traducir en “puertas abiertas” a quienes han sido cómplices directos en los crímenes de lesa humanidad. “Usar al PLC, no dividir el voto, no cometer errores del pasado, incidir desde adentro” y otra serie de ingenuidades -y otras no tan ingenuas- se mencionan para tratar de sacarle el lado positivo a las cosas.
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Sin embargo hay una realidad, que ni la cúpula del PLC ni el gran capital han dado muestras claras de un rompimiento con Ortega después de 2018. El PLC por su parte sigue manteniendo a María Dolores Alemán en la Contraloría, sí, en ese espacio que ha sido incapaz de denunciar el mal uso de los recursos públicos que han sido destinados para la represión. Y por otro lado, la oxigenación de los banqueros a la dictadura a través de la compra de bonos de Hacienda no se puede obviar.
La coalición que nos merecemos
“¿Entonces qué nos queda?” Salió varias veces esa pregunta, en mi opinión el debate no es es coalición si o coalición no, sino ¿cuál es la coalición que nos merecemos después de Abril 2018? Posiblemente la que nos merecemos es muy distinta a la que es posible, sin embargo podemos aspirar a una decente que no incluya a corruptos y colaboracionistas. “¿Pero esos podrían ser la gran mayoría de quienes firmaron?” Volvió a salir, y sí. En mi opinión, la coalición que nos merecemos definitivamente no incluye A NINGÚN PARTIDO con o sin personería jurídica existente antes de 2018, y tampoco a gremios ni grupos civiles o económicos que hayan participado del consenso y diálogo. Sin embargo pienso que la coalición decente a la que podemos aspirar debería de tener como parámetro mínimo no incluir a quienes después de 2018 no han dado muestras reales de ruptura con el FSLN.
“Pero desde adentro podemos fiscalizar a los corruptos” también se menciona, el PLC como el FSLN “firmar me harás, cumplir jamás” sobre todo a una oposición que pareciera no tener nada que ofrecerle en comparación al pedazo de pastel y la continuidad de la impunidad que el FSLN le garantizó ¿o si?
El desplazamiento de las banderas de Abril
En Indio Maíz y muchas de las protestas que siguieron, la postura fue clara, no hay cabida para partidos políticos, quienes fueron corridos de los plantones por ejemplo. La rebelión de la que participamos en 2018 trascendió a partidos y organizaciones, sin caudillos ni vanguardias. Sin embargo con el paso del tiempo nos intentamos convencer, quizás por un pragmatismo resignado, que esta oposición va a enarbolar las banderas de abril en cualquier lugar, pero a veces pareciera que a conveniencia olvidan las que les obligaría a hacer las cosas de otra manera.
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Otra cosa que no podemos perder de vista es que la burocratización de los espacios de oposición ha desplazado a los actores de abril, sino volvamos a ver que 5 de los 8 firmantes de la Coalición ya existían antes de 2018, 3 son partidos políticos tradicionales y en 1 hay hegemonía del sector privado del modelo de consenso y diálogo.
Si la Coalición no es fiel a las demandas de justicia, libertad y democracia que se levantaron en Abril, es muy probable (o es lo que esperaríamos) que estos nuevos actores abandonen el espacio, dejando una vez más en manos de la política tradicional el futuro del país, política tradicional que hoy es mayoría en la CN. El voto de confianza no se pide, se gana.
Un nuevo baño de sangre
Y una coalición decente no es un tema de caprichos o sectarismos, sino de no permitir que quienes no hayan hecho la ruptura con el FSLN aprovechen este espacio para continuar colaborando con la dictadura. Pues el PLC finalmente tienen presencia igual que las otras fuerzas (cuyas historias también da para muchos escritos más) que podrían buscar un acuerdo para aceptar unas elecciones amañadas con tal de no soltar su pedazo de pastel, esto no solo nos robaría la última oportunidad para salir de esta dictadura sino que nos estaría condenando a un nuevo baño de sangre.
En un par de días que la Alianza Cívica dijo que no firmaría la Coalición, todas las fuerzas de oposición, medios de comunicación, generadores de opinión y sus propias bases, enfilaron los cañones para ejercer presión para que finalmente terminaran firmando; sin embargo esa beligerancia no la hemos visto de todas esas fuerzas democráticas para exigirles medidas al gran capital para ahogar económicamente a la dictadura. Es el debilitamiento del régimen lo que verdaderamente puede cambiar la correlación de fuerzas para lograr unas elecciones libres y transparentes, no firmas y fotos con camisitas blancas. También sería de gran valor enfilar a todas estas fuerzas para exigir la salida de un PLC que no logre verdadera democratización interna o para que desde la Contraloría destapen todos los casos de corrupción.
Así como el debate no es coalición si o coalición no, tampoco es elecciones si o elecciones no, sino cuál es la ruta para verdaderamente acceder a elecciones que no faciliten el fraude que a todas luces el FSLN va a intentar hacer. La mayoría de los sectores de la Coalición han dicho que “hay que agotar todas las vías democráticas”, que incluso pareciera hacer alusión a aceptar cualquier tipo de elección.
Y no, la opción no es “y si hay fraude, salimos a denunciar como en Bolivia”, un fraude implicará un nuevo baño de sangre, porque se va a salir a defender el voto y bajo un estado de sitio seremos testigos del mismo o un peor escenario que en 2018. Y si de algo estoy segura, que ninguna de las personas que firmó esa Coalición va a salir a defender el voto con paramilitares en las calles, pongo en duda esa democracia en donde hay vidas que valgan menos que otras.
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La coalición decente pasa por exigir unas elecciones también decentes que inician con la renuncia innegociable de Ortega y la restitución de las libertades, incluyendo la libertad absoluta de todos los presos y presas políticas. Retomar las calles debe ser una de nuestras exigencias principales para que la Coalición nos muestre que podemos confiar en su trabajo, que por mucho que quieran rebautizarlo es un vehículo electoral. Cambiar las relaciones sociales, políticas y económicas es otro camino que muchas y muchos no estamos dispuestos a dar junto a empresarios y políticos corruptos.
El camino hacia la impunidad
Y para finalizar, pero por supuesto no menos importante, unas elecciones con Ortega en el poder y con todo el aparato represor instalado, es además el inicio del camino hacia la impunidad.
El FSLN es una organización terrorista, y no porque necesitemos que el Departamento de Estado nos lo diga, sino porque hemos vivido en carne propia que lo es, no debería de ni siquiera ser apto para correr en unas elecciones; sin embargo suponiendo que no logramos la correlación de fuerzas necesarias para eso, se debe garantizar la disminución absoluta de su control estatal sobre todo que mantengan la autoridad sobre las fuerzas armadas. Sino solo veamos en Chile después de la salida de Pinochet, siendo senador vitalicio, en 1993 mandó al Ejército a rodear la casa presidencial para impedir las investigaciones judiciales contra su hijo.
No se trata de no querer a colaboracionistas porque no son nuestros amigos, se trata de la futura reconfiguración del Estado, del acceso a la justicia y de poner la vida de todas las personas al centro, sin que nadie sea carne de cañón contra una nueva oleada represiva y sanguinaria.
El camino no es fácil, pero tenemos el derecho de exigir la EXCLUSIÓN (sí, y sin miedo a la palabra) de quienes por años le han hecho las cosas fáciles al FSLN para que nos explote y nos reprima. De esta manera, pienso, que la Coalición sería compatible con Abril y sus banderas, eliminando cualquier posibilidad de reeditar pactos del pasado.
¡COALICIÓN SIN CORRUPTOS!