Los periodistas nicaragüenses en el exilio enfrentan una realidad marcada por la precariedad, la desprotección institucional y la imposibilidad de reconstruir sus vidas profesionales, revela un informe de la Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED). 

Los testimonios recopilados en el tercer informe de FLED en el 2025 sobre violaciones a la libertad de prensa en Nicaragua, evidencian que la mayoría atraviesa procesos largos e inciertos para resolver sus solicitudes de refugio, lo que limita su acceso a derechos básicos y les impide construir una vida estable.

El llamado “carné blanco” que extienden a los solicitantes de refugio en Costa Rica, “resulta insuficiente”, incluso para gestiones básicas. El informe de la FLED recopila el testimonio de una periodista que no se le permitió contratar un servicio de telefonía con ese documento otorgado por la Unidad de Refugio de la Dirección de Migración y Extranjería. 

Otro comunicador relató que, tras concluir un programa de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) con la Caja Costarricense del Seguro Social, del cual era beneficiario, intentó inscribirse como trabajador independiente, pero le negaron el trámite argumentando que “quienes portan ese carné no son estables en el país”.

Según el informe, periodistas con enfermedades crónicas, como diabetes, se las “ingenian” para conseguir sus medicamentos o “posponer cirugías urgentes o atravesar crisis sin poder acudir a hospitales por la falta de seguro médico”.

El caso de otro comunicador evidencia la desprotección cuando, tras el fin del beneficio de ACNUR, se le suspendió el seguro, dejándolo sin posibilidad de costear una operación indispensable en sus ojos.

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“En el exilio, la vida de los periodistas sigue marcada por la inseguridad, el temor y la precariedad, aunque ahora bajo nuevas formas y contextos”, señala la FLED. 

La exclusión laboral, según el informe, obliga a muchos al subempleo en oficios ajenos al periodismo. 

Dos comunicadores trabajan actualmente en supermercados costarricenses, mientras otros se emplean en el sector de hotelería o cuidado de adultos mayores en terceros países. El temor a caer en la indigencia es constante.

Periodistas son presionados por la dictadura 

En Nicaragua, aquellos periodistas que por presiones de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo abandonaron la profesión y están desempleados, denunciaron un patrón sistemático de “hostigamiento directo”. 

Operadores vinculados al partido sandinista, entre los que figuran miembros de los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), así como de grupos paramilitares, funcionarios del Ministerio del Interior (MINT) y agentes de la Policía orteguista, llegaron a sus viviendas con el objetivo de “presionarlos a colaborar” con la dictadura. 

“Estos acercamientos —según la FLED—, se disfrazan de ‘ofertas laborales’, acompañadas de promesas de estabilidad económica, seguridad personal e incluso protección frente a posibles acusaciones judiciales”. 

El informe reveló que la dictadura orteguista busca que los periodistas se conviertan en “informantes” para entregar información sobre colegas o integrarse a las estructuras de comunicación oficialista. 

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“Me subieron a una camioneta y me sometieron a un interrogatorio. Me mostraron documentos con pagos y contratos de medios en el exilio. Tenían toda mi información. Es evidente que existe un aparato de espionaje digital y redes de troles que monitorean cada movimiento en redes sociales”, señala uno de los relatos recopilados para este informe. 

Otra comunicadora señaló que fue amenazada con el despojo de sus bienes “si no revelaba información sobre colegas exiliados en Costa Rica”. 

Quienes se han resistido a estos ofrecimientos los amenazan con encarcelamiento, vigilancia permanente u otras represalias. 

El informe recopila 31 casos de agresiones y ataques en contra de medios de comunicación y periodistas, ocurridos entre los meses de julio y septiembre de 2025. 

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La Lupa Nicaragua