Pidiendo en los semáforos, en las afueras de centros nocturnos, restaurantes y centros de diversión para adultos son algunos de los sitios donde la niñez en pobreza se hace presente en Nicaragua, pero a pesar de esas condiciones de vulnerabilidad son invisibles ante la «indiferencia» que según especialistas «mata más que el hambre».
«La deshumanización que hay, la falta de empatía hacia la tragedia que viven un montón de niños y niñas en esa situación, eso es parte del problema», indica la socióloga María Teresa Blandón, quien además cuestiona la falta de redes de apoyo para atender a estos Niños Niñas y Adolescentes (NNA).
Después de la familia, según la Ley 287 (Código de la Niñez y la Adolescencia) es el Estado el garante del bienestar del menor de edad, pero «qué tipo de iniciativa ha desarrollado esta sociedad para enfrentar esta situación”, dice Blandón ante la negligencia estatal.
«Qué han dicho (o hecho) los empresarios, han creado alguna vez un fondo o ayudar a las organizaciones que trabajan con la niñez de calle. No. Son muy pocos los ciudadanos y ciudadanas que se autoconvocan para hacerle frente a esta problemática. Y ya del Estado ni hablar», se queja Blandón.
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Silencio ante víctima inocente
El último caso público que deja en evidencia la falta de acciones para la niñez en situación de calle, es el homicidio de una niña de 13 años, a quien llamaremos Ane. Hace más de un mes en Bello Horizonte fue tiroteada por Dennis Hernández, un guarda de seguridad de una gasolinera en el sector. La acusaron de robo, y justificaron el delito.
Las estadísticas del Instituto Medicina Legal (IML) reflejan que entre 2016 y 2017 en la vía pública se registró el 70 por ciento de homicidios en adolescentes. El caso de la niña de 13 años se encuentra en proceso legal con el autor del hecho detenido a espera de juicio. Su muerte ha impactado a otros niños y niñas que se desplazan entre el Mercado Roberto Huembes, por el día, y en la noche circulan en la Rotonda de Bello Horizonte.
“Aquí todo sigue normal. Es como que no hubiera pasado nada. Es verdad que andan menos niños, pero con los días vuelven. Nadie ve por ellos”, dice uno de los músicos que trabaja en la rotonda Bello Horizonte. Mientras la familia pide justicia, sus compañeros de calle esquivan cualquier tipo de pregunta o acercamiento.
En Nicaragua, aunque más del 40 por ciento de la población oscila entre 0 a 17 años, las políticas de inversión por parte del Estado para este segmento de la población no son prioridad, menos del cinco por ciento del Gasto Social es destinado para los programas de atención a la niñez en situación de calle.
“Es un tema social. Hay un nivel muy grande de tolerancia permisividad a este fenómeno de los niños de la calle, no hay una preocupación de la mayoría de las organizaciones sociales para tratar de crear alternativas de protección a la niñez. La gente voltea a ver a otro lado o en el mejor de los casos les da limosna que no resuelve el problema”, resalta Blandón.
Ane fue parte de uno de los programas de atención que brinda Casa Alianza Nicaragua. La llevó su mamá en noviembre de 2019 y asistía a los programas de atención de día, tras las vacaciones de diciembre no regresó.
Geovanny López, responsable del área de calle de Casa Alianza Nicaragua, indica que le dieron seguimiento pero, que no pueden obligar al adolescente a llevar el proceso. «Se les visita, se les llega. Se trabaja con un nivel de convicción que el adolescente tiene, sino la tiene no la pueden obligar, es una de las debilidades que tenemos porque el mismo Código de la Niñez no te puede obligar a tener a ningún adolescente”.
Explica que estos grupos de niñas, niños y adolescentes que ya se han establecidos en la calle tienen un universo de problemas que no les permite valorarse como sujetos de derechos, en su mundo crean círculos de convivencia que les impide muchas veces a tomar la decisión de reintegrarse a la sociedad.
“Aunque ellos estén viviendo violencia y un sinnúmero de situaciones que pueden pasar ese es su contexto, ahí ellos se sienten fuertes, que dominan, que conocen todo. Aunque estén siendo víctima de maltrato. Ir más allá a ellos los pone en incertidumbre», expresa López cuyo trabajo se basa en la captación de adolescentes para que se integren a la organización que pertenece.
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Problemas que agobian a la niñez
La carga emocional que vive este segmento de la población infantil en Nicaragua los impulsa a salir de sus hogares en búsqueda de una solución, sin embargo se enfrenta a riesgos que los obligan a ser revictimizados por la sociedad en sí y el grupo al que se unen donde casi siempre hay un líder.
El director del Observatorio de Medios de la Federación Coordinadora Nicaragüense de ONG que Trabaja con la Niñez y la Adolescencia (Codeni), Marvin García explica que los principales enfoques de bienestar radica en lo material, relacional y emocional.
Ejemplificando que si un niño tiene el afecto de sus padres, se relaciona bien con su entorno y tiene carencias materiales difícilmente va abandonar el hogar. «Entonces si hay una ausencia emocional, una ausencia relacional hay más probabilidades de esa situación».
Las niños en situación de calle viven un gran nivel de desesperanza aprendida porque consideran que; «es el mundo que les tocó vivir y ante ese contexto, ellos están experimentando de que esa situación va a ser para toda su vida”, dice López. Además agregan en muchas ocasiones son explotados por sus mismos compañeros de grupo, y en el mismo afán de mantener esos lazos ceden.
El educador especializado en el área de apoyo legal de Casa Alianza Nicaragua, Harold Álvarez indica que el primer paso para romper ese entorno tóxico para las niñas, niños y adolescentes es que las familias reconozcan que existe mucha violencia dentro del núcleo, pero que «el machismo está demasiado marcado» y eso no permite mejorar.
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Más pobreza, mayor vulnerabilidad
La pobreza extrema, el hacinamiento, adicciones, discriminación la falta de redes de apoyo para sobrellevar esas circunstancias predominan en el universo de factores que afectan a la niñez vulnerable.
Esos elementos se acentuaron más a partir de 2018, tras el estallido la crisis sociopolítica de Nicaragua, pues existen más niños y niñas en las calles de todo el país, apuntan las fuentes de las organizaciones consultadas.
En Granada, Rivas, Chinandega y Estelí en las zonas del casco urbano son puntos donde la vulnerabilidad de la niñez radica en ser víctima de trata de persona. Mientras que en Managua en los principales semáforos y mercados es evidente el aumento de niños, niñas y adolescentes expuestos al peligro que representa la calle.
La tendencia de cruzar la línea de pobreza a pobreza extrema en Nicaragua es muy corta, lo que hace que la caída del empleo formal, los volúmenes de migración, reducción de consumo y el encarecimiento de los alimentos empuje a la niñez a trabajar en condiciones precarias y hasta abandonar el ciclo escolar, por lo que el observatorio de la Codeni indica que a nivel nacional arriba del 80 por ciento de las familias vulnerables les preocupa: el desempleo, la falta de recursos para garantizar mediamente los productos básicos para la alimentación y los medicamentos.
Las fuentes citadas coinciden que la convivencia de hasta cuatro generaciones dentro de la misma casa, en su mayoría monoparentales, es un factor bastante repetitivo en los hogares de niñez vulnerable.