El epicentro de la pandemia del Coronavirus está en América y las próximas semanas serán “muy duras”, para este continente advierte la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Esa realidad atormenta doblemente el equilibrio emocional de la comunidad migrante, porque batallan para no contagiarse o superar la enfermedad en el país donde viven y lidian con la preocupación por la familia en el país de origen.
“Le pido a Dios que no pase nada y que cuando pueda regresar al país encontrarlos a todos”, es la petición que hace la nicaragüense Ileana Bermúdez, quien desde hace dos años vive en Texas, EEUU.
Bermúdez, confiesa que cuando escuchó hablar del COVID-19 en Texas, no le preocupaba tanto y pensó que era un problema respiratorio que podía controlarse.
“Miraba las cifras, escuchan de historias de personas jóvenes y sanas que murieron, pero dormía tranquila. Ahora que la pandemia afecta Nicaragua donde está toda mi familia, a veces me despierto pensando en lo peor”, afirma Bermúdez, originaria de Matagalpa, quien desde hace dos años no ve a sus dos hijos y resto de la familia.
Su preocupación se disparó desde que su hija le dijo que tenía algunos síntomas del virus, “me dan ganan de llorar saber que no puedo hacer nada. Mi mamá me dice que no tengo ni idea de lo que está pasando allá y es verdad. Todos los días leo noticias y veo cuánta gente ha fallecido”, se lamenta la nica.
En Nicaragua el Ministerio de Salud (MINSA) solo admite a 35 fallecidos por COVID-19; 759 casos confirmados; 370 curados pese a las denuncias con videos en mano, que han hecho los familiares de víctimas.
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Los migrantes en España
Esos sentimientos de angustia también los vive Maryluz Luna, una venezolana originaria de Puerto Ordaz, radicada en España.
“El hecho de estar lejos, pensar que han pasado dos años, no he visto a mi madre, no la he abrazado, banalmente recuerdo la última vez que la vi, que hablé con ella, que la abracé y eso ha sido una situación que me pone mal. Porque si le pasa algo y no la vuelvo a ver, es muy duro para mí”, dice con la voz entrecortada.
Luna narra que esos pensamientos le han creado incertidumbre y miedo de no encontrar, a uno de sus familiares cuando pueda regresar a su país, está clara que “la pandemia es real, cualquiera de mi familia puede morir, porque la situación en Venezuela es que no hay ninguna condición”, se lamenta la enfermera intensivista que conoce de primera mano la falta de medios, infraestructura y personal especializado para hacerle frente a esta pandemia.
La situación de Venezuela es una “bomba de tiempo” y a pesar de estar confinados, dicen los médicos en este país, denuncian la falta de transparencia y recursos para atender esa situación.
El Gobierno de Nicolás Maduro reporta 11 fallecidos, 1,245 casos confirmados y 302 curados.
En el caso de la colombiana Luz Dary Becerra, de 65 años, el estrés emocional que ha generado el Coronavirus en su vida, la ha obligado a tomar pastillas para dormir, porque tras la publicación del primer caso en España dice que tomó las medidas de prevención para evitar contagiarse y exponer a su esposo que es paciente de riesgo, pero que ese estrés aumento cuando en Colombia se dieron a conocer positivos de Covid.
En Antioquia viven sus padres de 87 años, asegura que es una zona sana y que pocos casos positivos han reportado ahí, pero eso no es suficiente para mantener la calma porque compara que los países avanzados han tenido problemas, no quiere imaginarse cómo será en Colombia.
“Aunque uno no quiera se preocupa y se pone a pensar, pensar y a pensar ¡Dios mío! que no les vaya a pasar nada, se queda uno con la ilusión, ¿qué tal que no los vuelva a ver?, sabes, te entran sentimientos hasta de culpabilidad”, relata Becerra, quien salió hace 20 años de Colombia, dos vivió en Alemania y el resto en España.
A la fecha Colombia registra 803 fallecidos, confirmados 24, 104 y curados 6,111.
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Impotencia y miedo
Esa sensación de impotencia, miedo, descontrol de las rutinas son sentimientos a los que hay que sobreponerse indica la psicóloga Andrea Pomares.
“Tratar de mantener la calma, no es algo fácil, pero es algo posible. Es productivo para la salud mental y física, está vinculado con el sistema inmunológico, las emociones son químicos en nuestro organismo la parte de nuestra neurofisiología altera el estado del ánimo”, explica la especialista.
La nicaragüense, colombiana y venezolana admiten que su única forma de estar un poco tranquila es la comunicación permanente que mantienen con cada uno de sus familias.
“Todas las mañanas me despierto y lo primero que hago es llamar o esperar que se levanten para hablar. Intento no caer en la desesperación, pero el estrés es grande”, reflexiona Bermúdez.
Ese tipo de medidas según la especialista fortalece los lazos de confianza en la familia y genera tranquilidad al que vive en el extranjero.
La especialista recomienda:
-No intoxicarse de información, si está en un estado ansioso lo ideal es no meterse más ansiedad. Informarse de una manera lógica, prudente y de una fuente confiable.
-Mantener una rutina, alimentar la parte espiritual ya sea con meditación o la religión que la persona tenga, forma parte del sentirse reconfortado en esa área espiritual.
-Rodearse de personas que estén más estables, tranquilas y positivas.
-Una forma de desprender las cargas emocionales es hablándolo, auxiliarse de la tecnología, la cual se debe utilizar como una herramienta para bien.
-Ponerle un nombre de cómo me siento, escribir cómo nos sentimos.
Además, dice que a las personas que han perdido un familiar en estas circunstancias y que no han podido despedirse puede liberar ese duelo escribiendo una carta para el ser querido, expresando sus sentimientos de esta forma ayudará a liberar esa carga de duelo, culpabilidad o tristeza.