María Teresa Blandón: “Tenemos que impedir que haya impunidad social” ante la violencia machista
Cierre de las organizaciones feministas por la dictadura orteguista buscaban acallar a las víctimas de la violencia
Cierre de las organizaciones feministas por la dictadura orteguista buscaban acallar a las víctimas de la violencia
En una Nicaragua con mayor hermetismo y represión por parte de la dictadura orteguista, “tenemos que impedir que haya impunidad social” frente a la violencia machista, señala la socióloga y feminista, María Teresa Blandón. La denuncia y la documentación de los casos de mujeres y niñas violentadas deben seguirse manteniendo, a pesar de todas las limitaciones que enfrentan la prensa independiente y organizaciones defensoras, indica la especialista.
“Yo creo que, aunque sea de persona a persona tenemos que seguir apoyándonos entre mujeres para poder hacerle frente- al sistema-, pero también creo que es muy importante seguir documentando porque, aunque en este momento no se puede hacer mucho, no podemos perder ni la capacidad de luchar, ni la capacidad de solidaridad entre nosotros, ni la capacidad de mantener la esperanza viva de que Nicaragua va a salir de esta crisis…”, expresó Blandón en una entrevista brindada al programa Las Comadres.
74 mujeres asesinadas en 2023, una red de comisarías de la mujer de “adorno”, más casos de abuso sexual contra niños y niñas y un tendido organizacional desarticulado por la dictadura orteguista son factores que han incidido en que la impunidad de la violencia machista se profundice. Sin embargo, aún se hacen esfuerzos por visibilizar el problema y ser las voces de las víctimas, alienta la defensora.
Entre 2022 y 2023 el régimen orteguista clausuró más de 200 organizaciones feministas dedicadas a la protección de la mujer, entre otras miles que tenían un componente de género en sus programas y favorecían a las mujeres con enseñanzas de habilidades para la vida, adaptación al cambio climático y préstamos para lograr su independencia financiera. De todas esas obras, ninguna existe más.
“En Nicaragua ya prácticamente no quedan organizaciones feministas con personería jurídica. Quedan pequeños colectivos o defensoras que de alguna manera intentan apoyar a la víctima, aunque resulta muy difícil. Lo que pasa ahora es que el nivel de indefensión de la víctima, si ya era grande antes, ahora es mucho mayor”, expresa Blandón.
Por ejemplo, las mujeres que llegan a la Policía o a la Fiscalía no las atienden, no reciben sus denuncias y la Policía no investiga, advierte la defensora. Con la ausencia de organizaciones, esas mujeres “no tienen a dónde acudir para decir saben qué me están violando mi derecho al acceso a la justicia y quiero que me apoyen”. Por esa razón, señala Blandón que cerrar las oenegés feministas tiene como objetivo silenciar a la víctimas, ocultar la gravedad del problema y liberar a las instituciones como la Policía de la responsabilidad de investigar.
“Ahora solo se hace cargo -la Policía- de levantar muertas. Esa es la verdad, levanta cadáveres de mujeres asesinadas y si acaso busca, en el mejor de los casos, al femicida y lo apresa. Hasta allí llega su labor, no hay una labor de prevención, no hay una labor de protección a las víctimas y no hay ninguna forma de reparación y nosotras, de alguna manera, las feministas intentábamos hacer eso que no hace el Estado: prevenir, apoyar a las víctimas”, expresó.
Para la feminista “las mujeres estamos en una situación de vulnerabilidad por el peso de la cultura machista y por la falta de voluntad en el Estado y por la falta de de un consenso social en contra de la violencia machista, porque incluso hay discursos que vienen de sectores muy oscurantistas, muy fanáticos, muy conservadores que de alguna manera justifican esa violencia y la naturalizan”, agregó.
La socióloga reconoce que es importante visibilizar los casos de femicidio, pero antes de ese acto extremo de violencia machista, existen otros muchos abusos que sufre la mujer, y que muchas veces, quedan invisibilizados. Se habla muy poco del abuso sexual, señala.
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“Las organizaciones que trabajamos con mujeres, sabemos que siempre que vamos a hacer un taller, un grupo de autoayuda vamos a encontrar, que como mínimo, el 50% de los grupos con los que trabajamos tuvieron en su historia un trauma que viene del abuso sexual, que hay mujeres adolescentes, jóvenes que fueron abusadas desde muy pequeñas y que hay mujeres que siguen siendo violadas aún en el marco de las relaciones de pareja. Y sabemos que miles de hogares en Nicaragua padecen esa violencia sistemática”, alertó.
Asimismo, existe la violencia “vicaria” que se ejerce contra los niños y las niñas, que ven como el papá golpea a la mamá, la insulta, la amenaza, y crece con miedo, con un trauma y no va a poder desarrollar mecanismos para defenderse. También siguen presentes el acoso callejero, el acoso digital, la trata. Y ninguno de estos tipos de violencia deben normalizarse.