Lizeth Dávila: «Yo le prometí a mi hijo que iba a luchar hasta mi último suspiro de vida»

Entrevista con Lizeth Dávila – madre de Alvaro Conrado Dávila
Por SOS Nicaragua Europa
¿De donde sacan fuerzas para continuar con esta resistencia a lo largo del tiempo? Hasta cuando continuará su lucha por justicia ?
Ya pasaron 7 años desde la marcha del 30 de mayo del 2018 en que, a pesar de experimentar un dolor indescriptible por la pérdida de nuestros hijos, nos sentimos acompañadas por todo un pueblo ese día. Fue hace 7 años que presenciamos el horror de otra masacre al ver que los hijos de otras madres fueron asesinados también ese mismo día antes nuestros propios ojos. ¿Cómo olvidaremos eso? ¡Nunca! Eso quedó grabado en la historia de nuestro país. No tiene nombre. Lo que antes se celebraba, ahora se conmemora. Demasiados jóvenes fueron asesinados ese día.
Yo le prometí a mi hijo que iba a luchar hasta mi último suspiro de vida para ver a los culpables pagar por lo que hicieron. Nadie más va a alzar la voz, más que las madres. ¿Cómo podrían reponernos a nuestros hijos? Jamás ! Esta pérdida es algo que no se supera nunca.
Las madres de abril comenzamos la lucha desde el dia 1, ya pasaron 7 años, en los que hemos ido sumando año tras año sin poder ver justicia. Este año Alvaro hubiera cumplido 22 años. Muchas veces me pregunto : ¿estaría trabajando ? ¿Habría terminado sus estudios ? Y si no me le hubieran negado la atención médica, ¿estaría vivo ? ¿Cómo voy a olvidar o perdonar ? Imagináte como nos sentimos como madres, que te arrebaten la mitad de la vida. 7 años para olvidar es muy poco. Ese vacío no se llenará nunca, nunca más en la vida. Sólo nos queda vivir de los recuerdos. Nos queda sólo vivir con el dolor y la esperanza de un día poder ver la justicia. Trabajar mientras podamos continuar demandando justicia. Por eso es que las madres de abril no se rinden, exigen justicia.
¿Qué estrategias han utilizado para mantener su voz presente en el ámbito público?
Las madres de abril seguimos organizadas. El presidente era Alvaro Conrado, el papá de Alvarito Tras su fallecimiento, fue nombrada Francisca Machado, madre de Franco Valdivia asesinado en Estelí. Seguimos denuciando, sobre todo las que estamos fuera de Nicaragua.
Hemos sufrido mucho en el exilio. Estar sin mi hijo. Es una injusticia tener que andar rodando en un país extraño junto a mis otros hijos, teniendo mi casa en Nicaragua. Tenemos que a pesar de todo encontrar un balance en nuestras vida, y aprovechar todas las oportunidades para seguir denunciando los crímenes de lesa humanidad que cometieron.
Y a través del museo de la memoria para mantener viva la memoria de nuestros hijos, que se sepa y no se olvide quiénes eran y porqué fueron asesinados.
¿Cómo ha evolucionado el Museo de la Memoria y qué impacto ha tenido?
Se está trabajando en actualizar el museo de la memoria, porque en la primera versión no estaban todas las víctimas. Ahora aparecen todos. Se está incluyendo también la vida de los padres/madres en el exilio, y los padres que han fallecido sin ver justicia por sus hijos.
Es un trabajo y esfuerzo de todos. No es fácil estar luchando contra el gobierno, y a veces al mismo tiempo contra la oposición también. Muchos que no fueron afectados directamente o que buscan una posición de poder, están dispuestos a perdonar/olvidar lo que le sucedió a nuestros hijos. No lo permitiremos. No queremos más impunidad en el país, tienen que pagar.
¿Cuáles han sido los principales desafíos para preservar la unidad y qué mensaje darían a otros colectivos que luchan por la liberación de Nicaragua?
Las madres de abril logran conservar la unidad, porque lo que nos une es el amor a nuestros hijos y la búsqueda de justicia. A otras organizaciones les falta un objetivo común. El amor de madre es incondicional y desinteresado. Desde que estaban en nuestro vientre, los sentimos, sabemos cómo lo criamos, qué valores les dimos. Solo los padres sabemos lo que nos costaron nuestros hijos. No tenemos nuestros hijos para que alguien les arrebate la vida. Sobre todo sólo por pensar diferente. A mi hijo yo lo deseé demasiado como para perderlo de esa manera.
Todas tenemos formas de pensar diferente, pero cuando hay desacuerdos los dejamos al lado porque es más importante continuar siendo la misma familia que busca justicia. Sólo nosotras unidas lo podemos lograr, nadie más va a interceder o hablar por nuestros hijos.
Los otros colectivos pelean por poderes. Si no pensás igual, te excluyen. Pero a mí no me pueden excluir, porque mi lucha es legítima. Mi dolor es real. No es el poder el que nos mueve, sino el amor a nuestros hijos.