La nicaragüense Belkis Scarleth Molina, de 35 años, fue asesinada la tarde del domingo dentro de una cuartería ubicada entre las avenidas 8 y 10 del centro de San José, Costa Rica. 

El cuerpo de Molina fue encontrado en la segunda planta del inmueble, sentado sobre un sillón. Junto a ella, las autoridades que acudieron a la escena del crimen encontraron unas tijeras y restos de sangre. 

De acuerdo con los primeros informes forenses, la víctima presentaba una herida profunda en una de las piernas. La lesión provocó un sangrado abundante y, según el reporte policial, se le había colocado un torniquete improvisado que no logró detener la hemorragia. 

Las autoridades costarricenses todavía no han confirmado quién realizó el torniquete ni en qué momento ocurrió.

Los dos hijos de la mujer, de 10 y 11 años, se encontraban dentro de una habitación del mismo inmueble al momento del hallazgo, sin embargo, no presenciaron el ataque ni vieron el cuerpo ensangrentado, confirmaron las autoridades policiales al diario CRHOY.

Ambos fueron atendidos por personal de la Policía Municipal, la Fuerza Pública y la Cruz Roja antes de ser trasladados al Patronato Nacional de la Infancia (PANI), donde recibieron valoración médica y psicológica inicial.

El PANI confirmó que, tras el análisis del caso, los menores de edad quedaron bajo una medida de recurso comunal, una figura de resguardo temporal que delega su cuidado en vecinos o personas allegadas hasta que familiares puedan llegar desde Nicaragua. No existe por ahora información pública sobre la fecha estimada en que estos parientes podrán asumir su tutela directa.

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Agresor bajo custodia policial 

El principal sospechoso del crimen es un hombre nicaragüense de apellidos Burgos Castillo, quien, según testigos de la cuartería, vivía con la víctima.

A Burgos Castillo lo detuvieron la noche del domingo cuando se acercó nuevamente a la escena y fue reconocido por otros inquilinos del lugar.

En el momento de su detención, portaba un cuchillo con rastros de sangre, aunque la investigación aún debe determinar si el arma está vinculada directamente con la lesión que provocó la muerte de Molina. 

El Ministerio de Seguridad Pública confirmó que el sospechoso tiene antecedentes por robo agravado, hurto y delitos sexuales.

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Las autoridades realizaron todas las diligencias en la cuartería. Hasta el momento, sin embargo, no se ha confirmado el móvil del ataque ni si existían denuncias previas de violencia entre la pareja.

El caso de Belkis Scarleth Molina se suma a otro crimen reciente ocurrido en el extranjero que también ha conmocionado a los nicaragüenses. El pasado 4 de noviembre, en Zaragoza, España, fue asesinada Eugenia Mercedes Guevara Carrión, también originaria de Nicaragua, en un hecho investigado igualmente como violencia machista.

La muerte de Guevara Carrión causó consternación en su barrio, donde vecinos relataron su sorpresa ante el ataque y su impacto en la comunidad migrante. El Ayuntamiento de Zaragoza contribuyó en las gestiones para repatriar su cuerpo a Chinandega, su ciudad natal.  

Ambos asesinatos, ocurridos con pocos días de diferencia y en distintos países, han reavivado la preocupación sobre la persistencia de la violencia contra mujeres migrantes nicaragüenses en contextos de vulnerabilidad económica, social y habitacional. 

En Costa Rica, los datos oficiales indican que las 33 mujeres asesinadas en lo que va del año dejaron 55 hijos, de los cuales 37 son menores de edad. La mayoría de estos niños han requerido medidas de protección temporal o atención psicológica urgente.

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La Lupa Nicaragua